Este martes empieza a jugarse la gran final del fútbol femenino en Colombia. En la cancha se encontrarán América de Cali e Independiente Medellín para disputar el primero de dos partidos que definirán el tercer campeón de un certamen que inició en 2017 pero que por poco no se juega este año, debido a los problemas financieros que ha tenido la Liga Femenina para sostenerse, sumado a sonados escándalos de acoso sexual denunciados por varias jugadoras del torneo y la Selección Colombia de mujeres sus distintas categorías.
Por eso el partido por salvar el fútbol femenino se juega dentro y fuera de la cancha y tiene como protagonistas a las jugadoras, directivos, patrocinadores e hinchas por igual. Todos tienen un rol importante en un proceso que busca consolidar esta modalidad del deporte rey en un país tan futbolero como Colombia que poco a poco comienza a mostrar más interés por su liga femenina.
El fútbol llegó a Colombia a principio del siglo XX, traído por los inmigrantes británicos que trabajaban en las numerosas compañías que funcionaban en el país y por muchos años fue considerado un deporte exclusivo de hombres.
Este panorama comenzó a cambiar durante la década del 80, gracias a la creación de las primeras ligas femeninas de fútbol en Europa y la apuesta de la FIFA por crear torneo dedicados a promover el fútbol de mujeres.
En 1991 se jugó el primer Suramericano Femenino de Fútbol, pero Colombia no participaría con una selección hasta 1998. Esto marcaría el inicio de la práctica profesional del deporte en el país, pero antes ya era jugado por mujeres de forma amateur en torneos que se realizaban internamente, con selecciones conformadas por cada departamento.
A partir de ese primer Suramericano, la Selección Colombia de mujeres empezó a participar con regularidad de los torneos internacionales y en 2008 hace historia ganando su primer título, el Suramericano Sub 17 de Chile, que les valió su primera participación en una Copa del Mundo.
El los Olímpicos de Londres 2012 la Selección Colombia de mujeres debuta en unas justas olímpicas y dos años después se haría con el subcampeonato de América. En el Mundial de Canadá 2015 lograrían su mejor actuación llegando a los octavos de final y este año se coronaron campeonas de los Juegos Panamericanos de Lima.
En estos hitos fueron protagonistas una camada de jugadoras que fueron transitando por las diferentes categorías de la Selección Colombia Femenina hasta consolidarse como figuras de la selección como Yoreli Rincón, Catalina Usme o Nicole Regnier.
La creación
En 2017 es un año muy importante para el fútbol en Colombia ya que se crea por primera vez el torneo profesional femenino.
En Colombia la máxima autoridad del fútbol profesional es la Dimayor, pero también existe otra entidad, la Difútbol, que organiza torneos aficionados y es donde había existido el fútbol femenino hasta la creación de La Liga.
El paso de lo aficionado a lo profesional era un sueño de muchas jugadoras, entrenadores y clubes, pero la transición no ha sido para nada fácil y pese a grandes triunfos como la Copa Libertadores de América que ganó el Atlético Huila Femenino el año pasado, todavía el fútbol de mujeres es visto como un deporte menor frente al masculino, lo que se refleja en lo irregular de la Liga y la incapacidad que han tenido los directivos de sostener un modelo de negocio viable para ella.
«En los tres años que lleva el torneo no hemos completado ni un año completo de competencia», afirma Yoreli Rincón, figura de la Selección Colombia Femenina que milita en el Junior de Barranquilla.
Para Rincón ha sido positivo el paso a la profesionalización de la Liga y considera que el fútbol femenino va evolucionando bien, consolidándose de apoco entre los hinchas de los equipos que cada vez más, destaca, las acompañan a las canchas.
«Muchos partidos (de fútbol femenino) llevan más gente que equipos de la segunda división en Colombia y que algunos de primera división inclusive. Hemos recibido ese respaldo de la gente con su asistencia», resalta Rincón.
Sin embargo, reitera que una de las principales dificultades es la falta de una competencia estable -ya que le torneo no se juega todo el año- y la gran diferencia salarial que hay entre los jugadores de una u otra categoría.
En 2017 y 2018, por ejemplo, la Liga Femenina tuvo una duración de cuatro meses, y este año solo duró dos, lo que genera una gran inestabilidad de competencia y laboral para las jugadoras.
De los 36 clubes que juegan el torneo profesional masculino, 20 disputaron este año el femenino, muchos de ellos usando escuelas de fútbol con sus propios equipos, o equipos universitarios, como filiales para disputar el torneo.
Otros, como el Junior de Barranquilla, Atlético Huila, América de Cali o Independiente Medellín, han apostado por conformar sus propias escuadras de mujeres y vincular de manera más formal y estable a sus jugadoras.
Esta situación hace que el fútbol femenino en Colombia aún no pierda del todo su componente aficionado, ya que para no perder el ritmo de competencia muchas jugadoras se ven obligadas a reincorporarse a los clubes de la Difútbol para seguir jugando después de que acaba la Liga profesional.
«Lo que más queremos es que haya un mejor proceso, poder tener una continuidad. Hay equipos que mantienen entrenando y las jugadoras tienen un salario más bajo pues no hay competencia, hay otros equipos que paran por completo entonces dejan a las jugadoras así y les toca comenzar su vida normal, buscar un trabajo y perder el ritmo de entrenamiento hasta que haya un nuevo torneo», afirma Rincón.
Crisis económica
Pese a los buenos resultados que dio el último mundial de fútbol femenino, que llegó a ser el más visto de la historia de este deporte superando los mil millones de espectadores según reportes de la FIFA y mantuvo un porcentaje promedio de asistencia a los estadios del 75% -superior a otras competencias masculinas como la Copa América- para la entidad que rige el fútbol mundial este todavía es considerado un deporte en desarrollo.
Esto tiene tanto de positivo como de negativo. Por un lado, compromete a la FIFA a invertir más en la categoría femenina al necesitar aún fomento y desarrollo, por otro lado, mantiene los problemas de inestabilidad mencionados anteriormente.
En Colombia, tanto dirigentes del torneo como de los clubes señalan que la plata no alcanza y que no existe un modelo de negocio que garantice el retorno de la inversión.
Por ejemplo, el primer año de Liga femenina, la Dimayor invirtió 4 mil millones de pesos ($1.179.040), recursos que sacó de los aportes de la FIFA, Coldeportes, los clubes y los patrocinadores del torneo como Cerveza Águila, que en los últimos 5 años ha aportado 25 millones de dólares para financiar todo el fútbol profesional colombiano.
En últimas, el gran problema es que la plata no alcanza, lo que llevó a que este año casi no se jugara el torneo, optando por hacerse una liga más corta y con fases iniciales regionales para abaratar los costos.
El machismo y la discriminación también han sido un talón de Aquiles. Basta citar la infame frase del presidente de Deportes Tolima en diciembre pasado quien afirmó que «el fútbol femenino es un caldo de cultivo del lesbianismo», como ejemplo la visión excluyente que muchos aún tienen sobre este deporte «de hombres».
Esto sumado a las denuncias que se hicieron públicas este año sobre presuntos actos de acoso sexual al interior de la Selección Colombia Femenina Sub-17 por parte de su cuerpo técnico y los testimonios de varias jugadoras de la selección de mayores que visibilizaron las carencias y falta de apoyo que tiene este deporte en el país, enrarecieron aún más las discusiones sobre el futuro de la Liga Femenina.
Hinchas Completos
Entre las estrategias para impulsar el fútbol femenino en el país destaca una lanzada por Cerveza Águila, patrocinador oficial del fútbol colombiano y del cual adopta su nombre la Liga -Oficialmente se llama Liga Águila-, que busca apelar al amor del hincha por los colores de su equipo y hacerlo consciente de que las mujeres también los defienden en la cancha, por lo que apoyarlas a ellas es necesario para poder llamarse «hinchas completos».
«Nuestra posición es que nosotros somos patrocinadores del Fútbol, sin distingo de ser femenino o masculino, por eso decidimos tomar una acción para elevarles el nivel y hablar de que son parte del futbol como un todo. Queremos darle la relevancia al fútbol femenino que merece», le dijo a Infobae Juan Camilo López, Brand Mánager de Águila.
La campaña se lanzó desde Barranquilla y tuvo como primer equipo abanderado al Junior, que también es patrocinado por Águila, y consistió en intervenir las camisetas oficiales del equipo, que saltó al campo de juego con medio escudo solamente. Después del partido masculino jugaban «Las Tiburonas», como se le conoce al equipo de mujeres, quienes también salieron con medio escudo en su camiseta.
«El mensaje que le queremos dar al hincha es que tenemos que ser hinchas completos y dejar de ser medio hinchas, al igual que el equipo masculino, ellas están defendiendo tu misma camiseta. Cuando ellas juegan también están defendiendo los colores que tanto quieres y que tanto amas, así que también hay que apoyarlas», dice López.
A esta iniciativa se terminaron sumando todos los equipos con representación femenina y derivó en una visibilidad más equitativa para los partidos que jugaban las mujeres.
«Nosotros también habíamos sido medio hinchas porque el balance de nuestros contenidos de redes sociales entre 2017 y 2018 había sido mucho más a favor de los equipos masculinos», reconoce López quien contó además que en medio de la polémica por la falta de transmisión en televisión de las semifinales se usaron las redes de los patrocinadores de La Liga para hacer streaming en vivo vía Twitter de los partidos que no se pasaron por televisión.
Sobre esta campaña la jugadora Yoreli Rincón también comenta: «Nosotros hicimos una campaña muy linda con ellos, se pusieron la 10 como se dice, fue algo muy bueno para que la gente apoye la institución como tal, no al hombre o a la mujer sino al equipo en general, fue algo muy lindo».
Cabe destacar que el fútbol masculino en Colombia, en específico el torneo local, tampoco es muy rentable, manteniendo bajos porcentajes de afluencia a los estados y dificultades en obtener patrocinio. Situación que se agrava aún más cuando se habla de la categoría femenina que todavía no tiene ascendencia dentro del público futbolero.
Otro factor a tener en cuenta es la dificultad de tener registros certeros sobre los ingresos que deja el fútbol femenino ya que, por ejemplo, hay muchos partidos que se juegan antes de los partidos masculinos, y por los cuales los hinchas pagan la misma boleta.
El promedio general de asistencia a un partido de la Liga masculina está entre 7 mil y 8 mil asistentes y alrededor de 25 mil cuando es un partido grande. En la categoría femenina el estimado ronda los 400 asistentes promedio general y entre 4 mil y 6 mil en partidos grandes.
Pese a todos estos esfuerzos al fútbol femenino en Colombia todavía le falta un largo camino para consolidarse. Por ejemplo, todavía no es claro lo que pueda pasar con el torneo el próximo año.
Mientras tanto jugadoras como Yoreli Rincón siguen demostrando con gambetas y goles que el fútbol femenino merece su lugar dentro de los espectáculos deportivos del país.
Con información de Infobae