Después del champán sobre la hierba de Londres, Novak Djokovic ha regresado al punto en el que comenzó la temporada, expulsado de Australia y sin poder jugar el primer grande del año. Sigue sin vacunarse contra la covid-19, por querer elegir “lo que te metes en el cuerpo”, y este viernes la federación de tenis de Canadá anunció que el tenista serbio había renunciado a jugar el Masters 1.000 de Montreal de la semana que viene. El Gobierno canadiense exige esa inmunización para entrar en el país, igual que las autoridades estadounidenses, donde el 29 de agosto comienza el US Open. También peligra la participación del serbio en el último grande del curso.
Descartado Canadá, la última parada antes de Flushing Meadows, el gigantesco parque neoyorquino en el que se disputa el US Open, es el Masters 1.000 de Cincinnati, en Ohio. Allí, Djokovic ha ganado en dos ocasiones (2018 y 2020), pero todo apunta a que este año no podrá competir.
Lo mismo sucede en el Abierto de Estados Unidos, donde el serbio tiene todas las de perder. El US Open, donde ha salido campeón en tres ocasiones (2011, 2015 y 2018), ha remarcado en repetidas ocasiones que se atendrá a la normativa sanitaria del país, que impide el acceso a las personas no vacunadas contra el virus.
Djokovic tiene muy complicada su participación. “Si no voy, no es el fin del mundo”, dijo el de Belgrado tras ganar Wimbledon. Aunque por el momento, entre agradecimientos multitudinarios en sus redes sociales, el número seis del mundo, desplazado a la casilla de salida, esa en la que se vio a principios de año, advierte: “Me estoy preparando como si fuera a competir”.
Djokovic, descendido al sexto escalón del ranking —Wimbledon no otorgó puntos por haber vetados a los tenistas rusos y bielorrusos—, vuelve ahora al bucle que ya le impidió participar en el Abierto de Australia.
Djokovic aterrizó allí el 4 de enero, dos semanas antes del arranque del torneo. Horas antes de subirse al avión, en Marbella, el serbio había asegurado en sus redes sociales que gozaba de una exención médica para poder competir en Melbourne. En el aeropuerto australiano, el tenista se dio de bruces con la realidad: fue detenido por la policía fronteriza y su visado fue cancelado.
Tras cinco días de interrogatorios en los que se dudó de su versión, el juez levantó la cancelación del visado y ordenó la liberación inmediata de Djokovic. que había permanecido retenido en un centro de control de inmigrantes. Finalmente, el serbio acabaría reconociendo errores,
El 14 de enero, tras el sorteo de los cruces, donde Djokovic estuvo presente, el Gobierno australiano volvió a cancelar su visado, y lo detuvo por segunda vez en apenas una semana. Dos días después, justo antes del arranque del torneo, un tribunal dio la razón por unanimidad al Ejecutivo australiano: era oficial, Djokovic no podría defender el título en Melbourne.
En febrero, poco después de la conclusión del primer Grand Slam del año, bajo una tormenta de críticas y comentarios sobre su polémica decisión, Djokovic concedió una entrevista a la BBC. “Nunca he estado en contra de la vacunación, no soy un antivacunas; pero siempre he apoyado la libertad de elegir lo que uno se mete en el cuerpo”, dijo. Además, el serbio se mostró dispuesto a sacrificar su participación en el resto de grandes antes que pasar por vacunarse contra la covid.
Con todo, el serbio diseñó su gira primaveral atendiendo más a las barreras gubernamentales contra el virus que al plan deportivo. Dubai, Montecarlo, Belgrado, Madrid y Roma antes del segundo gigante del año, Roland Garros, donde pudo participar después de que Francia levantara en marzo la obligatoriedad de presentar el pasaporte covid.
En París, el serbio hincó la rodilla en cuartos de final ante el huracán Nadal. No así en el verano de Londres, donde pasó por encima de Kyrgios en la final y levantó su séptimo Wimbledon, el 21º Grand Slam de su carrera.