En las últimas horas, una noticia generó alto impacto para el deporte australiano. El ex nadador Scott Miller, que supo ser doble medallista en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, fue detenido por la policía local luego de que se le incautaron metanfetaminas por un valor aproximado de 1.32 millones de euros y se lo acusara de encabezar una organización criminal.
Según indicaron las autoridades en un comunicado, Miller fue detenido en su casa ubicada en el suburbio de Rozelle, de la ciudad Sydney. En enero pasado, la policía ya había encontrado metanfetaminas ocultas en ocho velas en el mismo lugar. Además del atleta, otra persona de 47 años también fue detenida en el marco de la misma causa y se sustrajeron un kilo de heroína, otras drogas y dinero en efectivo en las dos detenciones.
“Otros trabajan bajo sus instrucciones. No se trataba de una operación pequeña. Estaban bien organizados y bien financiados”, fueron las palabras que utilizó el detective superintendente de la policía John Watson para anunciar que Miller era el encargado de la organización. La investigación también determinó que tanto el ex nadador como su compañero distribuían las drogas en la famosa ciudad de Australia con destino al estado regional de Nueva Gales del Sur.
La historia de Miller como deportista es totalmente opuesta a su presente criminal. Después de destacarse en los Commonwealth Games de 1994 con sólo 19 años, un año más tarde apareció en la escena más grande de la natación mundial. Se consagró campeón del mundo en los 200 metros mariposa en el torneo que se realizó en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil, lo que lo catapultó como uno de los candidatos a luchar por las medallas en la cita olímpica que se iba a realizar al año siguiente en los Estados Unidos.
Ya en Atlanta 96, todo parecía indicar que Miller se iba a transformar en el mejor nadador del estilo. Sobre todo cuando logró batir el récord olímpico en la prueba de 100 metros tras marcar un tiempo de 52,89 segundos en la tanda clasificatoria del evento. Más allá de partir como candidato, la final quedó para Denis Pankratov, de Rusia, que ganó el oro con nueva mejor marca mundial para la disciplina, y él se tuvo que conformar con el segundo puesto.
Esa no fue la única medalla olímpica para Scott. Junto al equipo australiano, una potencia de la natación mundial, logró colgarse el bronce en la competencia 4×100 estilos junto a Phil Rogers, Michael Klim y Steven Dewick.
Cuando todo parecía que el deporte en Australia había ganado una nueva estrella, su luz se apagó rápidamente por conflictos dentro y fuera de la piscina. El Instituto del Deporte local lo despidió por reincidir en faltas como perderse sesiones de entrenamiento y, en 1997, dio positivo a un control de dopaje por consumir marihuana. Fue suspendido por la Federación Internacional de Natación (FINA) y en 1998 volvió a la actividad, pero ya nunca fue el mismo que su primera incursión olímpica. Intentó competir en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 en casa, pero no fue parte del equipo. Lo mismo sucedió para Atenas 2004.
Una vez que finalizó su carrera deportiva, fue detenido en varias ocasiones por la policía, ya sea por portación de armas de fuego y por posesión de drogas hasta que se convirtió, como las propias autoridades lo indicaron, en un líder criminal.