El Santiago Bernabéu ya intuía, en los primeros partidos de Liga, que contaba con un futbolista distinto, de los que aparecen cuando el equipo más lo necesita. Ya lo hizo ante el Getafe, pero es en la Champions League donde se adquiere el ADN blanco. Pues allí, en el minuto 94, después de un buen puñado de remates peligrosos y algún que otro milagro de Ronnow, el Muro de Berlín, apareció Bellingham para abatir al conjunto alemán donde más disfruta el Bernabéu. Jude no sólo es crack, también tiene estrella.
El gol del 5 dio los puntos que parecían escaparse en un partido desigual, flojo en el primer tiempo y bien trabajado por el Real Madrid en el segundo. Los estrenos en Champions tienen su aquel, y sobre todo a deshora. Con el sol castigando a la grada y mucho asiento vacío, el Madrid abrió el baile en su competición incómodo, como si le apretasen las botas.
Ancelotti, viejo zorro, quiso evitar que ocurriera lo del Brujas, arranque doméstico en 2019 con 0-2 al descanso, y se protegió con los laterales. Aprovechó la baja de Carvajal y dio descanso también a Fran García, cerrando la izquierda con Alaba. No hubo sustos tempraneros, tan habituales últimamente, aunque en una escapada de Becker pudo pescar Behrens, taponado por Rüdiger.
Union Berlin vende cara la derrota
Tiene fama el Union Berlin de equipo loco, valiente, una anomalía que toca el cielo de la Champions empujado por su entrenador, Fischer, que lo cogió en Segunda hace un lustro. Pero su presentación fue prudente, con tres centrales y carrileros, Juranovic y Gosens, ordenados por Bonucci al fondo, que sabe latín. Salvo un cabezazo tempranero de Joselu buen atrapado por Ronnow, redujo el ataque blanco al mínimo durante media hora larga.
Al Madrid le costaba encontrar espacios entre líneas, el territorio de Bellingham. Lo mejor del primer acto brotó de Modric, novedad en el once. Leyó bien los pocos movimientos a espaldas de los centrales alemanes y generó alguna situación en torno al área, pero si no había acierto ni en el último pase ni en el remate. Los 4.000 berlineses gritaron como un triunfo el 0-0 al descanso, aunque por fútbol no hubiera nada que celebrar. Un tostón de campeonato.
Real Madrid se lanza con todo en la segunda parte
Era un buen día para probar cosas distintas, dar algo de alegría en la zona de ataque. Ese fue siempre el empeño de Rodrygo, pero se le ve algo desconectado y mustio. En ausencia de Vinicius Junior, se necesita mucho más de Goes, precisamente lo que hizo en el arranque del segundo tiempo. Dio un paso al frente el Union Berlin, presionando arriba, y descubrió huecos en su cobertura. Los aprovechó el 11, que probó primero a Ronnow, se estrelló después en el palo y sirvió después un centro exquisito que cabeceó Joselu, como mandan los cánones. Cruzado y seco. Ronnow, Frederik, se estiró a su derecha, desvió sobre el poste y se levantó como el Muro del Berlin.
Los cambios de Ancelotti empezaron por asegurar la pelota con Kroos y Valverde, y acabó buscando el desborde con Fran García y Brahim. Fischer cambió el ataque y relevó a Bonucci, exhausto tras sacar un balón de gol de Rodrygo. El partido se escurría sin sustos alemanes, pero al Madrid se le hacía bola el final del partido. Joselu, siempre en su sitio, voleó otro gran centro de Rodrygo que se escapó por centímetros, los que le faltaron a Rodrygo para que no se le atrancara en el área otro centro de Lucas, o los que le faltaron al propio Rodrygo para resolver un pase eléctrico de Brahim.
Los alemanes atronaban desde el fondo norte animando a sus futbolistas, cada vez más encajonados en su área. Cinco minutos de prolongación. Bellingham se enfadó cuando Ronnow sacó una falta con picardía, en un arrebato ofensivo blanco. Se escurrían los minutos, Kroos y Valverde atrajeron a la defensa, el tiro quedó mordido y allí apareció Judd, con puntualidad británica, para prolongar su idilio con el madridismo. El Madrid, a sus pies.