A los humanos les encanta poner apodos a las formaciones en el espacio, como en el caso del famoso cráter Galle en Marte, conocido en inglés como el «happy face crater» (cráter de la carita feliz). A pesar de su nombre poco serio, ha ayudado a los científicos a rastrear las tendencias climáticas a lo largo del tiempo en el planeta rojo.
El cráter, producto del impacto de un meteorito contra la superficie del planeta, está ubicado en la región del polo sur de Marte. Este lugar helado se ha vuelto notablemente más grande durante la última década.
El Mars Reconnaissance Orbiter (MRO, por sus siglas en inglés) de la NASA, que ha estado en órbita alrededor de Marte desde 2006, registró por primera vez la ‘carita feliz’ en 2011, utilizando su potente cámara de alta resolución (HiRISE). Los investigadores compararon aquella imagen con una del 13 de diciembre de 2020. La diferencia está en la cantidad de escarcha que cubre el suelo del cráter.
«Las características ‘borrosas’ en el casquete polar se deben a que el Sol sublima el dióxido de carbono en estos patrones redondos», escribió Ross Beyer, miembro del equipo de cámaras HiRise del MRO, en un comunicado. «Se puede ver cómo nueve años de esta erosión térmica han agrandado la ‘boca’ de la cara».
La nariz de la ‘carita feliz’ también se ha transformado, de dos círculos distintos a una mancha. El Mars Reconnaissance Orbiter monitorea los cambios estacionales, pero este tipo de observación a lo largo de casi una década de tiempo «nos ayuda a comprender las tendencias climáticas a más largo plazo en el planeta rojo», señaló Beyer.