Científicos de la Universidad Estatal de Tomsk (TSU), en Rusia, descubrieron un inusual fenómeno durante una expedición mientras estudiaban un grupo de glaciares, conocido como Aktru, en la República de Altái, en Siberia. Según explicó este lunes la institución educativa, los investigadores detectaron en el glaciar Vodopadny una floración masiva de algas que ha hecho que el hielo se tiña de rosa y rojo.
Alexandr Yeroféyev, jefe de la expedición, apunta que se trata de un alga fotosintética celular conocida como ‘Chlamydomonas nivalis’, que se propaga por esporas que no temen a las temperaturas extremas. Aparte de la clorofila, sus células contienen una capa de caroteno rojo que, además de otorgarle a la planta un color casi sanguinolento, la protege de la radiación ultravioleta y el calentamiento excesivo, lo que le permite sobrevivir. Una muestra de estos organismos ha sido entregada al instituto de biología de la TSU para identificar estas células.
Si bien podría pensarse que el alga es inofensiva, los glaciólogos apuntan a que la proliferación de esta especie a gran escala podría acelerar el deshielo en la medida en que se reduce la reflectividad del hielo y provoca que absorba más energía del sol.
«Todos los años observamos la acumulación de algas rojas en los glaciares, pero desde hace más de diez años no se producía un fenómeno masivo de este tipo», afirma Yeroféyev.
De este modo, esta situación puede acelerar el proceso de derretimiento de uno de los glaciares del grupo Aktru, que ya muestra una rápida pérdida de masa. Según el experto, las observaciones realizadas revelaron que el Aktru Izquierdo ha perdido más del 25 % de su masa en 60 años. Asimismo, diversas estimaciones calculan que la reflectividad del hielo puede alcanzar entre el 13 % y el 17 % en las zonas donde se detectaron cambios de color.
«Presumiblemente, la razón de este fenómeno masivo es la cantidad inusualmente grande de nieve que cayó en las montañas de Altái este invierno y que permaneció hasta el período de floración favorable para las algas rojas», señaló Yeroféyev, también director del laboratorio de glaciología y climatología de la TSU. Según sus datos, este invierno ha sido el más nevado de los últimos 30 años en la región, y gran parte de la nieve que cayó sobre los glaciares no se derritió hasta julio.
Este retroceso de los glaciares de Altái, así como el de cualquier otro glaciar, es considerado un indicador importante de la transformación global del clima y del medioambiente. Es por ello que Yeroféyev y su equipo llevan a cabo sus esfuerzos en el marco de un proyecto de la TSU apoyado por el programa federal ‘Cambio global de la Tierra: clima, ecología y calidad de vida’.