Victoria Hill, una trabajadora social licenciada de 39 años de Connecticut, comenzó una búsqueda aparentemente rutinaria sobre su salud y sus antecedentes genéticos que la llevó a un descubrimiento estremecedor: no solo encontró que tenía al menos 22 hermanos biológicos sino que también se enteró que había tenido una relación amorosa con uno de ellos durante su adolescencia.
Este caso, que hizo parte de una exhaustiva investigación de CNN, destapó uno de los ejemplos más extremos de fraude en la fertilidad en Estados Unidos, en el que médicos han utilizado su propio esperma para inseminar a pacientes sin su consentimiento, dejando a muchas víctimas en un limbo legal.
La historia de Hill, contó, comenzó con una inocente curiosidad sobre su origen y herencia genética motivada por diferencias notables con su familia, lo que la llevó a adquirir un kit de ADN de 23andMe. Los resultados abrieron la puerta a un mundo previamente desconocido de hermanos biológicos y desembocaron en la impactante revelación de que su verdadero padre biológico era el médico de fertilidad que había tratado a su madre, Burton Caldwell, quien había usado su propio esperma sin el conocimiento o consentimiento de la madre de Hill.
“Ahora estoy mirando fotos de personas pensando, bien, si él podría ser mi hermano, cualquiera podría serlo”, expresó Hill tras descubrir que uno de sus novios de la secundaria era de hecho su medio hermano. Este caso, sin buscarlo, marcó un precedente histórico según Jody Madeira, profesora de derecho en la Universidad de Indiana y experta en fraude de fertilidad: “Esta fue la primera vez donde hemos tenido un caso confirmado de alguien saliendo, siendo íntimo con alguien que era su medio hermano”.
A medida que las pruebas de ADN se han vuelto más accesibles y populares, se ha creado una comunidad creciente de personas concebidas por donantes que, al igual que Hill, buscan respuestas sobre sus orígenes. Este movimiento ha sido clave para impulsar la aprobación de aproximadamente una docena de nuevas leyes estatales en los últimos cuatro años. Sin embargo, el lazo legal aún es disperso y las víctimas de este tipo de fraude enfrentan obstáculos significativos para obtener justicia. A nivel nacional, la mayoría de los estados, incluido Connecticut, no poseen legislaciones específicas contra el fraude de fertilidad.
No es un caso aislado
Según la investigación de CNN, más de 30 médicos en Estados Unidos han sido descubiertos o acusados de utilizar su propio esperma para inseminar a pacientes sin su consentimiento. Pero a pesar de que los defensores señalan que conocen al menos 80 casos, la rendición de cuentas ha sido mínima.
Marvin Yussman, un doctor retirado de fertilidad de Kentucky, admitió haber usado su propio esperma para inseminar alrededor de media docena de pacientes. Uno de los casos más destacados fue descubierto cuando una mujer, cuya hija nacida en 1976 fue concebida por este método, presentó una queja después de que un test de ADN revelara a Yussman como el padre biológico. “Me siento traicionada”, escribió la mujer en una carta a la junta de licencias médicas en 2019. No obstante, Yussman no enfrentó sanciones por parte de la junta debido a la insuficiente evidencia.
Este no es un caso aislado. El doctor Donald Cline, otro médico de fertilidad, fue acusado de ser el padre biológico de al menos 90 niños en Indiana. La revelación sobre las acciones de Cline no solo shockeó al público sino que también motivó cambios legislativos a nivel estatal. A pesar de que Cline no fue procesado retroactivamente por fraude de fertilidad debido a la falta de legislación aplicable en ese momento, el caso resultó en su condena por obstrucción de justicia en 2018 después de mentir a los investigadores.
Janine Pierson, tras realizar una prueba de 23andMe y descubrir que tenía 22 medio hermanos, emprendió un proceso legal contra el doctor Burton Caldwell, otro médico acusado de usar su esperma para inseminar a sus pacientes sin el consentimiento. Caldwell, quien cesó su práctica en los primeros años de la década del 2000, es señalado por Pierson y su madre, Doreen, de haber utilizado su propio esperma para la fertilización, contrario a lo prometido, que sería el esperma de un estudiante de medicina de Yale.
Jamie LeRose, una cantante de 23 años de New Jersey, expresó su temor a entablar relaciones románticas con personas de su edad debido a que tiene al menos 150 medio hermanos, resultado de un mismo donante. “Miro a las personas de mi edad y automáticamente me siento atraída por ellos porque pienso, ese podría ser mi hermano”, compartió LeRose.
Una legislación laxa
En Estados Unidos, la industria de la fertilidad está poco regulada, en comparación con otras naciones, lo que ha provocado situaciones angustiantes entre personas concebidas por donantes, incluyendo casos de incesto accidental. Activistas y víctimas abogan fervientemente por cambios legislativos que introduzcan limitaciones en el número de descendientes por donante y eliminen el anonimato de estos.
A nivel internacional, países como Noruega y Alemania han implementado medidas más estrictas, limitando el número de hijos por donante a ocho y quince, respectivamente, y abolieron el anonimato en los bancos de esperma. Sin embargo, en Estados Unidos, la Asociación Americana de Medicina Reproductiva (ASRM) se resiste a la imposición de tales restricciones.
Sean Tipton, responsable de política y defensa de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva, argumentó que si se establecen límites en la cantidad de hijos, estos deberían aplicarse a todos y no solamente a los donantes de esperma. “Si vas a decir que sólo deberías poder tener 50 hijos, está bien. Pero debería aplicarse a todo el mundo. No sólo a los donantes de esperma”.
La ASRM sugiere, en lugar de regulaciones obligatorias, seguir directrices no vinculantes que limitan a 25 los nacimientos por donante en una población de 800.000 personas, una recomendación que, pese a ser un intento de abordar la preocupación por el incesto accidental, para muchos resulta insuficiente. Mientras tanto, la lucha de los activistas ha llevado a la propuesta de un proyecto de ley federal que buscaría imponer cambios significativos, aunque este aún no ha sido adoptado.
Los representantes Stephanie Bice y Mikie Sherrill coautores del primer proyecto de ley federal contra el fraude de fertilidad, titulado “Ley de protección de las familias contra el fraude en materia de fertilidad”, buscan establecer un nuevo delito federal de agresión sexual por tergiversar el origen o naturaleza del ADN utilizado en procedimientos de reproducción asistida. El proyecto ha ganado apoyo bipartidista, con 28 republicanos y 20 demócratas, en un esfuerzo renovado por impulsarlo en el Capitolio.
Cara a cara con mi padre biológico
Tras pensarlo incansablemente, Pierson, confrontó a su padre biológico, el doctor Burton Caldwell, un hombre de avanzada edad que reside cerca de la costa de Connecticut. La mujer, impulsada por un profundo deseo de respuestas, tomó la decisión un día después de su trabajo de no llamar previamente a Caldwell, sino de presentarse directamente en su domicilio, una casa señorial ubicada al final de un largo camino.
Ahí estaba: un hombre en sus ochentas, vestido con una camisa de golf azul y con un leve temblor atribuido al Parkinson. Su reacción, o la falta de ella, posiblemente se debió a una experiencia previa similar con Hill, otro de sus numerosos hijos biológicos, producto de su decisión de utilizar su propio esperma en tratamientos de fertilidad sin el consentimiento ni el conocimiento de los pacientes.
La conversación entre padre e hija no sólo sacó a la luz el pasado, sino que también reveló el peculiar interés de Caldwell por el éxito de sus descendientes, preguntando a Pierson por la cantidad de nietos que tenía y mostrándose fascinado por sus logros académicos. “Me ha molestado siempre que me preguntara cuántos nietos tenía”. “Nunca le dio la consideración que debía… que habría tantos hijos y que tendría algún tipo de impacto en nosotros”.
Antes de despedirse, Pierson solicitó tomarse una fotografía con Caldwell, un acto que selló su encuentro con una mezcla de satisfacción y permanente anhelo de respuestas. “Sabía que sería la única vez que realmente tendría esa oportunidad de tomar una foto”, compartió Pierson. “No es que yo quería una relación con él de ninguna manera porque era como una mezcla de emociones de, ya sabes, te desprecio pero al mismo tiempo, estoy agradecido de estar aquí”, contó.