Los peces usan sus branquias para filtrar el agua. ¿Por qué no hacer lo mismo con un robot, pero para filtrar microplásticos? Un estudiante de ingeniería en Inglaterra ha diseñado un pez robótico llamado Gillbert, que usa sus branquias para filtrar estos residuos de un río o del mar.
La humanidad lleva décadas sufriendo la contaminación provocada por los plásticos que acaban en el mar. Pero en los últimos años ha surgido un nuevo tipo de contaminación: los microplásticos. El agua, el sol, el viento y los microorganismos descomponen el plástico arrojado al océano hasta convertirlo en pequeñas partículas de menos de 0,5 centímetros de largo.
Estas partículas son consumidas por el plancton, los bivalvos, los peces e incluso las ballenas, que las confunden con comida. Este plástico consumido provoca diversos problemas y enfermedades a la fauna marina y también a las personas, pues cuando uno come pescados y mariscos del mar y río, también se ingieren los microplásticos que se absorben en ellos.
Un pez robótico que “come” microplásticos
Todavía no es conocido todos los efectos de los nanoplásticos en los organismos animales y humanos. Pero como la mayoría de ellos son tóxicos, por decirlo de alguna forma y se acumulan en los órganos y la sangre, sus efectos definitivamente son dañinos.
La Universidad de Surrey en Gran Bretaña organiza el Concurso de Robótica Natural, donde se otorgan premios a los robots que imitan a la naturaleza. El ganador de este año fue el proyecto Robo-pez de la estudiante de química Eleanor Mackintosh.
Ella no es ingeniera, por lo que expertos de la Universidad de Surrey tomaron su idea y construyeron un prototipo que filtra microplásticos, al que la propia Eleanor llamó Gilbert. Se puede ver esto en el video que se adjunta a continuación (el resultado del propotipo del robot se muestra en el segundo 55):