Milán, la segunda ciudad de Italia conocida por su vibrante vida nocturna, podría estar a punto de experimentar un cambio significativo en la venta de alimentos nocturnos, incluyendo uno de los favoritos de sus habitantes: el helado.
Durante los últimos años, muchas ciudades europeas están tomando medidas para reprimir la vida nocturna en las grandes metrópolis con destinos turísticos. En el caso de la “capital de la moda”, sus autoridades están buscando alternativas que reduzcan el ruido con el objetivo de mejorar el descanso de los residentes.
Marco Granelli, vicealcalde de Milán y encargado de la seguridad pública, ha anunciado una propuesta que busca prohibir la venta de comida para llevar después de la medianoche en los distritos de vida nocturna más populares de la ciudad.
Esta medida también obligaría a bares y restaurantes a cerrar sus áreas exteriores desde las 12:30 a.m. en días laborables y la 1:30 a.m. los fines de semana. En caso de aprobarse, la normativa se aplicaría desde mayo hasta noviembre.
El alcalde de Milán, Giuseppe Sala, se ha mostrado firme ante las críticas, argumentando que la tranquilidad de los ciudadanos es una prioridad: “No puedo evitar abordar este tema, no es un capricho, sino una necesidad de muchos… no estamos cambiando las reglas del universo, sino imponiendo límites muy leves”.
La controversia no es nueva en la ciudad, ya en el 2013 se vivió un episodio similar con el helado post medianoche, el cual, tras protestas y debates, culminó con el retroceso de la medida por parte del entonces alcalde, Giuliano Pisapia, con palabras que resonaron entre los ciudadanos: “La gente puede comer helado de día y de noche, donde quiera”.
Este conflicto actual pone de relieve el desafío de equilibrar las necesidades de los residentes con las de los negocios locales. Lino Stoppani, presidente de Fipe, la federación italiana de establecimientos públicos, ha expresado su preocupación por los daños potenciales para los negocios debido a esta regla.
Por otro lado, Marco Barbieri, secretario general de la unidad de Milán de Confcommercio, asociación de comerciantes italianos, ha criticado la medida alegando que no solucionará el problema del ruido y afectará una tradición cultural arraigada: “¿Qué hace la familia italiana promedio en verano? Dan un paseo después de cenar y comen un helado”.
Además, cuestiona la efectividad de la medida: “¿Crees que un joven de 25 años va a irse a casa al dar la medianoche simplemente porque no puede comprar helado?”
Qué regiones se verían afectadas por esta nueva medida
La propuesta afectaría a 12 áreas, incluyendo distritos centrales como Brera y Ticinese, así como Darsena, Arco della Pace y Lazzaretto, junto con las concurridas vías de Corso Como y Corso Garibaldi.
Se espera que esta normativa no solo aborde el consumo de helado, sino también de pizzas y bebidas, planteando un impacto potencial más amplio en la cultura nocturna de la ciudad.
Los ciudadanos tienen hasta principios de mayo para presentar apelaciones o sugerir enmiendas a la propuesta, abriendo una ventana a la posibilidad de modificaciones basadas en la retroalimentación pública. El debate en torno a esta medida subraya la importancia de considerar las tradiciones culturales y las necesidades económicas, junto con el bienestar y la tranquilidad de los residentes.
Granelli, en sus declaraciones a los medios, enfatiza la búsqueda de un equilibrio entre “la camaradería y la diversión, la paz y la salud de los residentes, y la libre actividad económica de comerciantes y empresarios”, resaltando el esfuerzo por compatibilizar intereses diversos dentro de la comunidad. Este esfuerzo por hallar un punto medio refleja la complejidad de gestionar una ciudad dinámica y culturalmente rica como Milán.
Qué otras ciudades implementaron medidas para reducir su vida nocturna
Reducir la vida nocturna de los principales destinos turísticos parece ser una nueva tendencia en el territorio europeo. Desde Gante hasta Galway, se han hecho comunes este tipo de reglamentaciones que los gobiernos implementan debido a las quejas que reciben por parte de sus residentes.
En los últimos días, se conoció que Praga, capital de la República Checa, seguirá el camino de estas ciudades dado el conflicto que se presentó con los turistas que salen de fiesta.
Más específicamente los británicos que se acercan a realizar despedidas de soltero en los llamados ‘pub crawls’, o recorridos por bares, en Calle Long, que han logrado que se incrementen las quejas de los vecinos por ruido nocturno.
En este caso, desde el ayuntamiento de Praga 1, se busca aprobar la insólita medida de “prohibir los disfraces tontos” para impedir que los británicos se acerquen a sus bares.
Ámsterdam lidera el camino con sus numerosos intentos de frenar el comportamiento ruidoso y desagradable de los turistas.
Después de que la propuesta de la capital de Países Bajos para prohibir a los turistas la entrada a los cafés de cannabis fracasara, las autoridades implementaron una prohibición total de la marihuana en el Barrio Rojo a principios del año pasado.
Posteriormente, vino la campaña de marketing “manténgase alejado” dirigida a personas de 18 a 35 años que se dirigían a “Dam para una fiesta”. Y en el diciembre pasado se anunció la campaña ‘renueva tu vista’, que fue un esfuerzo por animar a los visitantes a ver (y tratar) la ciudad como lo haría un local.