Un tsunami se propagó por sorpresa desde el Atlántico Sur a distancias de hasta 10.000 kilómetros el 12 de agosto pasado, recorriendo los océanos Pacífico, Índico y Atlántico Norte. Fue la primera vez que un tsunami se registraba en tres océanos diferentes desde el devastador terremoto ocurrido en el Índico en el 2004, pero los sismólogos no sabían exactamente qué evento había desencadenado el oleaje en esta nueva ocasión.
Los registros sismológicos apuntaron a una serie de temblores ocurridos cerca de las islas Sándwich del Sur, que precedieron al tsunami y tuvieron su foco en la fosa de las Sándwich, donde la placa sudamericana se subduce debajo de la placa de Sándwich. No obstante, el enigma sobre la relación existente entre ambos fenómenos se mantuvo y solo este 8 de febrero un equipo de investigadores internacional con sede en California lo dio por resuelto en un artículo publicado en Geophysical Research Letters.
La incógnita se debía a que el primer temblor, de magnitud 7,5, tuvo su foco a 47 kilómetros por debajo del fondo oceánico, una profundidad demasiado grande para generar un tsunami significativo. La solución llegó tras la secuenciación de los subeventos posteriores, que tuvieron distinta amplitud y magnitud y se dieron a diferentes profundidades. Normalmente, los sistemas de monitoreo sísmico pasan por alto los cambios de parámetros que suceden dentro de un mismo sismo.
Los investigadores distinguieron cinco ‘subterremotos’ (que todavía no eran réplicas) y el más importante ‘se escondía’ en medio de ellos. Un tercer temblor «oculto» se produjo a solo 15 kilómetros por debajo de la superficie, y un nuevo análisis de los sismogramas de ese día le otorgó una magnitud de 8,2. El sismólogo Zhe Jia, el autor principal del estudio, calificó a este temblor de «especial», porque «fue enorme y silencioso».
La señal proveniente del fondo marino fue difícil de interpretar y quedó ocultada dentro de una maraña de ondas sísmicas interferentes hasta que Zhe procesó el registro de ondas utilizando un período mucho más largo de lo habitual, de 500 segundos. Así se hizo evidente que el sismo fue inusualmente largo, duró cerca de 260 segundos en total y gran parte de él correspondió a esta tercera fase hasta ahora desapercibida, que se desveló solo en esta escala de tiempo especial. Este temblor fue responsable de más del 70% de la energía liberada durante el terremoto.
Durante esa tercera fase del sismo, el temblor se extendió unos 200 km hacia el sur y terminó con otros dos subeventos «regulares».
El estudio definió al terremoto del 12 de agosto como un «híbrido entre una ruptura profunda y un deslizamiento tsunamigénico lento», lo que explicaría «la combinación algo inusual de una profundidad relativamente grande y el tsunami observado globalmente».
El equipo investigador recomienda actualizar los sistemas de alerta de terremotos y tsunamis para que puedan leer entre líneas sismológicas y distinguir los subeventos más grandes. Según afirman, hoy en día estos sistemas se enfocan en períodos cortos y medianos de ondas sísmicas y eso los hace incapaces de advertir a las comunidades costeras sobre tsunamis como el del pasado 12 de agosto.