El gobierno de Japón y varias empresas tecnológicas y automovilísticas han acordado una hoja de ruta que sitúa 2023 como el punto de partida para la comercialización de vehículos voladores y su uso extendido en el ámbito urbano.
Tras medio año de reuniones, un comité público-privado formado por unas veinte compañías y los ministerios de Economía, Comercio e Industria y Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo terminó de definir un plan de negocio que contempla normalizar la circulación por el aire en un plazo de cinco años.
«La idea detrás del coche volador es que podemos obtener un precio más razonable que el de un helicóptero o un avión. Además, es más fácil de pilotar», explicó Tomohiro Fukuzawa, CEO de Skydrive, una empresa integrante de este comité que desde hace cuatro años trabaja en la elaboración de un vehículo volador.
El proyecto para desarrollar el turismo de esta compañía ya cuenta con una financiación de más de 5 millones de dólares (4,4 millones de euros) por parte de empresas del sector automovilístico y los gobiernos de Tokio y Japón.
Unas 400 personas trabajan para la fabricación del coche volador Skydrive, que nació de las mentes de una decena de jóvenes ingenieros que invirtieron su tiempo libre en la creación de un nuevo sistema de movilidad aérea.
«Empezamos a trabajar en este proyecto como una especie de trabajo voluntario o afición», recordó Fukuzawa, que en 2014 se dedicaba a la producción de piezas de automóviles para Toyota Motors.
Ahora, Toyota es uno de los principales inversores de esta empresa emergente, cuyo objetivo más próximo es participar en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, algo que ya están negociando con la organización del evento.
Tras los juegos, quieren que la salida el mercado de Skydrive sea en 2023, para afianzarlo como medio de transporte urbano en los siguientes años, algo que el Gobierno nipón está dispuesto a acomodar mediante la creación de nuevas infraestructuras y la elaboración de leyes que regulen la circulación de estos vehículos.
Sin embargo, la producción en masa y salida al mercado del automóvil, que sus ingenieros han planeado para 2026, resulta un reto por el elevado coste del producto, que sitúan ahora sobre los 50 millones de yenes (397.000 euros).
Por este motivo, el CEO de Skydrive explicó que el Gobierno de Japón estudia, en un principio, hacer de este tipo de vehículos un servicio público: «Hoy en día no tenemos que poseer el vehículo, sino que podemos compartirlo o usarlo como servicio. Si lo utilizamos como un taxi, el precio es mucho más razonable».
Este automóvil es único en cuanto al tamaño -menor al de otros proyectos de este tipo- y su despegue vertical. Asimismo, cuenta con una fuente de energía eléctrica y más estabilidad en el vuelo que los vehículos ideados por otras compañías.
Con 3,6 metros de largo, 3,1 de ancho y 1,1 de alto, el pequeño tamaño del Skydrive le permite despegar desde un espacio reducido, por lo que su creador comentó que «se podría aparcar incluso en un konbini», nombre que reciben las tiendas de conveniencia japonesas.
Aunque el automóvil «puede volar a cualquier altitud», según el ingeniero, el equipo que lo desarrolla calcula que su ascenso sea a un mínimo de 150 metros, altura que permitiría que se abriera un paracaídas en caso de accidente.
Este diciembre, la compañía consiguió volar con éxito un prototipo a escala real del coche, que está diseñado para albergar a dos personas, pesa unos 400 kilogramos y se espera que alcance una velocidad de 100 kilómetros por hora en el aire.
La primera prueba con un piloto humano tendrá lugar en verano de 2019, tras recibir el visto bueno del Gobierno nipón, que desde este año permite que este tipo de test tenga lugar en el exterior.
Asimismo, Japón organizará pruebas de vuelo para todos los proyectos de automóviles voladores a escala nacional el próximo año. «En Japón, mucha gente consume ciencia ficción, donde aparecen muchos coches voladores. Ya estamos muy familiarizados», concluyó Fukuzawa.