Un equipo de investigadores publicó recientemente en la revista Science un estudio en el que sugieren que una luna ambulante fue la responsable del ángulo de inclinación y de los característicos anillos que rodean a Saturno.
Los anillos de este planeta parecen jóvenes, de apenas 150 millones de años, mientras que su inclinación de casi 27 grados con respecto a su órbita alrededor del sol es demasiado grande para haberse formado cuando lo hizo el propio Saturno.
Utilizando mediciones de precisión del campo gravitatorio de Saturno gracias a la sonda espacial Cassini, que orbitó al gigante gaseoso durante 13 años, el equipo calculó su momento de inercia, una medida de cuánta fuerza se necesitó para desviar el ángulo de inclinación del planeta. Curiosamente, se descubrió que ese momento estaría muy cerca de lo que tendría que ser si el giro de Saturno estuviera en perfecta resonancia con la órbita de Neptuno.
Los científicos han sospechado durante mucho tiempo que la inclinación de Saturno está relacionada con la interacción entre Neptuno y la luna Titán, la cual, a medida que se alejó de Saturno, hizo que este se girara levemente.
Sin embargo, estas interacciones no habrían sido suficientes para lograr tal grado de inclinación, por lo que los científicos teorizan que otro satélite, una luna solitaria a la que llaman Crisálida, también se mezcló en el juego de tirones gravitacionales de los otros tres cuerpos celestes.
El caos orbital resultante podría haber llevado a que Crisálida se acercara demasiado a la atmósfera de Saturno y fuera consumida por esta, transformándose sus restos en lo que hoy son los anillos del planeta.
«Nos gusta porque es un escenario que explica dos o tres cosas diferentes de las que antes no se pensaba que estuvieran relacionadas», dijo Jack Wisdom, coautor del estudio y científico planetario del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Y no es solo una hipótesis. Los cálculos y las simulaciones por computadora mostraron que este escenario es bastante probable.
Por su parte, el científico planetario Larry Esposito, de la Universidad de Colorado Boulder (EE.UU.), no está del todo convencido.
«Creo que todo es plausible, pero tal vez no tan probable», subrayó. «Si Sherlock Holmes está resolviendo un caso, incluso la explicación improbable puede ser la correcta. Pero no creo que estemos ahí todavía».