Hace unos 251 millones de años, aproximadamente el 96 por ciento de las especies de la Tierra se extinguieron en lo que se llama la “Gran Mortandad” al final de la era Pérmica. Ahora, los investigadores científicos dicen que la actividad humana ha traído de vuelta una de las principales señales de advertencia que la precedieron, lo que nos pone cerca de una nueva extinción masiva.
Las floraciones de bacterias tóxicas, en las que las algas y otros microbios cubren rápidamente los sistemas de agua dulce y esencialmente ahogan todo lo que vive debajo, están en aumento. En algunos casos, ya son comparables a las floraciones que estrangularon la vida acuática durante la Gran Mortandad.
En una reciente investigación publicada en Nature por el paleobotánico del Museo Sueco de Historia Natural Chris Mays y un grupo de científicos colegas, se establecen preocupantes paralelismos entre las condiciones que condujeron a la Gran Mortandad y los impactos de la actual emergencia que afronta el planeta a causa del cambio climático.
Esta es una terrible advertencia, pues podríamos estar enfrentando una crisis global similar.
“A diferencia de las especies que sufrieron las extinciones masivas del pasado”, dijo Mays a Motherboard. “Tenemos la oportunidad de prevenir estas floraciones tóxicas manteniendo limpias nuestras vías fluviales y reduciendo nuestras emisiones de gases de efecto invernadero”.
De acuerdo con los científicos, las actividades humanas han causado un aumento en las emisiones de dióxido de carbono, deforestación masiva y la pérdida del suelo a causa de la erosión, son factores claves que están adelantando una próxima extinción masiva.
“Estamos viendo más y más proliferaciones de algas tóxicas en lagos y en ambientes marinos poco profundos que están relacionados con aumentos de temperatura y cambios en las comunidades de plantas que están llevando a aumentos en las contribuciones de nutrientes a los ambientes de agua dulce”, dice por su parte la geóloga Tracy Frank de la Universidad de Connecticut, quien participó en la investigación.
Según Mays, todavía no es estamos “ahí”, en el punto de la extinción masiva, pues afortunadamente los niveles de dióxido de carbono no se han duplicado desde la época preindustrial, y durante el a “Gran Mortandad” esos niveles llevaron a tener un aumento al menos seis veces mayor.
Sin embargo, no estamos para cantar victoria, pues en los últimos años los niveles de dióxido de carbono lanzados a la atmósfera han sido más altos que el conjunto de gases de este tipo emitidos desde la revolución industrial.
Una factor diferencial entre lo ocurrido en la “Gran Mortandad” y lo que pasa actualmente es entonces la acción humana, pues en el momento de la extinción los gases que contaminan las aguas se produjeron de manera natural, por efecto de la fuerte actividad volcánica.
“El vulcanismo fue una fuente de CO 2 en el pasado, pero sabemos que la tasa de entrada de CO2 que se observó en ese entonces era similar a la tasa de aumentos de CO2 que estamos viendo, hoy por los efectos antropogénicos”, dice Frank en la investigación.
Esto no solo enciende las alarmas de una proliferación microbiana dañina que afecte irremediablemente los cuerpos de agua, sino que aumenta las probabilidades de que ocurran eventos catastróficos asociados con el cambio climático, como huracanes, inundaciones e incendios forestales más intensos.
Y como si hubiera necesidad de reafirmar las advertencias de Mays y Frank, apenas hace algunos meses el planeta experimentó uno de los veranos más intensos que se tenga registro. Es más, julio fue el mes más caluroso de toda la historia documentada, es decir desde hace 142 años.
Otro dato preocupante es que durante este 2021 la media global de incendios forestales aumentó siete veces en comparación con años anteriores, con grandes incendios reportados en buena parte de América del Norte y del Sur, en la meseta africana, en el norte de la Península Arábiga y en la costa mediterránea de países como Italia, España, Grecia o Turquía. En Asía, países como India y la región rusa de Siberia, China, Malasia e Indonesia, también se han producido grandes incendios.
“Es una señal desconcertante para el cambio ambiental futuro”, dijeron los investigadores en su artículo de Nature, haciendo referencia a la correlación de estas proliferaciones de catástrofes climáticas con eventos de extinción masiva.
Para llegar a sus conclusiones alarmantes Mays y su equipo analizaron registros fósiles cerca de Sídney, Australia, que se acumularon antes, durante y después de la gran extinción del final del Pérmico, creando una “sopa tóxica” en uno de los ecosistemas de agua dulce más antiguos del mundo.
Ahí encontraron evidencias de que la proliferación de los microbios, algas y otro tipo de bacterias tóxicas, transforman los hábitats de agua dulce en “zonas muertas” que pueden causar la asfixia de las especies y con esto aumentar la magnitud de los eventos de extinción y retrasar en millones de años la recuperación de los ecosistemas.
En otras palabras, no solo hacen que el daño sea mayor, sino que dificultan la posibilidad de que el planeta se recupere. Y todo esto, está directamente relacionado con la acción humana.
Una conclusión aterradora del estudio es que para el año 2100 alcanzaremos una temperatura promedio dentro del “el rango de temperaturas de crecimiento óptimo” para estos microbios de agua dulce, el cual está entre 20 y 32 grados centígrados, el mismo rango de temperaturas estimadas del aire durante el período Triásico temprano, el cual siguió a la extinción del Pérmico.
“La belleza de observar los eventos prehistóricos de calentamiento extremo, como el final del Pérmico, es que proporcionan una señal más clara de las consecuencias del cambio climático”, señaló Mays.
El científico explicó que liberando una gran cantidad de gases de efecto invernadero en un período corto de tiempo, se puede desencadenar una serie de extinciones, no importa mucho de donde provengan estos gases, sean de volcanes, aviones o centrales de carbón, los resultados son los mismos, una muerte masiva de especies en el planeta.
Ahora, resalta Mays y su equipo, si sabemos las causas y entendemos que en los años recientes hemos hecho cosas que activamente están aumentando la liberación de estos gases y la proliferación de estos microbios mortales, también podemos poner en marcha acciones que las detengan.
La solución parece simple: reducir los gases de efecto invernadero y mantener limpias las vías fluviales.
Si logramos avanzar en estos dos propósitos podemos extender la longevidad de nuestra especie en la Tierra.
Otros eventos de extinción masiva
La Tierra ha atravesado por cinco eventos de extinción masiva, en cada uno de ellos se ha producido la muerte de entre el 75 y el 95 por ciento de toda la vida que existía en ese momento.
Dicen los científicos, que salvo el meteorito que aniquiló a los dinosaurios, todas las otras extinciones que ha experimentado el planeta han estado seguidas de por una proliferación de microbios en ríos y lagos que causaron el efecto “sopa tóxica” que ya hemos descrito.
Acercándonos, según los científicos, a una posible sexta extinción masiva, estas han sido las cinco pasadas:
- Extinción del Ordovícico-Silúric.
Esta es la primera extinción de la que se tiene constancia, la cual sucedió en el período Ordovícico, que empezó hace 485 millones de años y terminó con esta extinción.
En esta época sólo había vida en los mares y estaba limitada a braquiópodos, briozoos, trilobites, conodintes, graptolites, moluscos bivalvos, cefalópodos y los primeros peces vertebrados. Es decir, apenas estaba proliferando la vida en todas sus formas.
Sin embargo, y según la teoría más aceptada, los movimientos de las placas tectónicas arrastraron el supercontinente de Gondwana al Polo sur, lo que hizo que se formaran muchos glaciares en la superficie terrestre donde aún no había nada, y que al solidificarse hicieron que los niveles de agua líquida en los mares bajara.
Esto produjo una era glaciar que extinguió al 85% de la vida que existía en ese entonces, lo que hacen de esta extinción masiva la segunda más devastadora de la historia.
- Extinción del Devónico-Carbonífero.
A la primera extinción masiva solo sobrevivieron el 15% de las especies, lo suficiente para que la vida se abriera camino.
El período Devónico empezó hace 419 millones de años y durante este tiempo la vida llegó a tierra firme.
Pero hace unos 359 millones de años ocurrió la segunda extinción masiva que acabó con el 82% de la vida, principalmente de la que existía en los océanos. Aunque no hay una claridad de qué pasó exactamente, dos teorías se imponen aunque son contradictorias: un enfriamiento global o una intensa actividad volcánica.
- Extinción del Pérmico-Triásico.
De esta hemos hablado extensamente, es la más grande y masiva de todas, tuvo lugar hace unos 252 millones de años y con ella casi toda la vida en la Tierra estuvo a punto de desaparecer, es más, casi lo hace, pues apenas un 3 o 4 por ciento de las especies lograron sobrevivir, de ahí su nombre de “La Gran Mortandad”.
- Extinción del Triásico-Jurásico.
Tras la devastadora “Gran Mortandad”, la vida encontró la forma de volver a recuperarse y seguir proliferando. De hecho, después de cada extinción masiva un nuevo y brillante futuro biológico se abre para la Tierra.
Durante el Triásico surgieron tanto los mamíferos como los dinosaurios, y aunque estos últimos se establecieron como la especie dominante, nosotros fuimos quienes sobrevivimos al siguiente gran evento de extinción.
Hace unos 200 millones de años, la Pangea, el supercontinente que concentraba la parte terrestre de la Tierra, empezó a fragmentarse y a dividirse en los continentes que existen actualmente, algo que provocó cambios climáticos enormes y que junto a la intensa actividad volcánica provocaría la cuarta extinción masiva que acabó con el 76% de las especies.
Esta extinción marcó el fin del período Triásico y el inicio del Jurásico.
- Extinción del Cretácico-Terciario.
Y la vida volvió a proliferar y surgieron los grandes dinosaurios y se convirtieron en los amos de la Tierra.
Hace unos 145 millones de años empezó el Cretáceo, epicentro de la última gran extinción, quizá la más conocida, pues es la del famoso meteorito que acabó con el reinado de los reptiles gigantes.
Durante esta extinción murió el 75% de las especies, en su gran mayoría dinosaurios, y fue causada por un meteorito de 12 kilómetros de diámetro que impactó en lo que hoy sería el Golfo de México hace unos 66 millones de años.
Esta es la única extinción masiva que no fue directamente causada por efectos de un cambio drástico del clima. El resto es historia.