Hay una palabra en japonés para las personas obsesionadas con los videojuegos y el anime: «otaku». También hay una para los sentimientos que inspiran esos personajes: «moe». Y ahora existe un término para la gente que ha decidido casarse extraoficialmente con esos personajes ficticios y desafiar las normas sociales japonesas: «fictosexuales». Un número cada vez mayor de personas afirma abiertamente que se ha enamorado de los personajes de anime y ha renunciado a la idea del romance en el mundo real.
En Japón, miles de personas están en relaciones ficticias devotas, atendidas por una vasta industria destinada a satisfacer los deseos de una ferviente cultura de fans.
El caso del Sr. Kondo. En casi todos los sentidos, Akihiko Kondo es un japonés común y corriente. Tiene amigos y un trabajo estable al que va en traje y corbata. Solo hay una excepción: está casado con un personaje ficticio. Su amada, Hatsune Miku, es una cantante pop sintetizada por ordenador de cabello turquesa que ha estado de gira con Lady Gaga y ha protagonizado videojuegos. Después de una relación de una década, una que sacó a Kondo de una profunda depresión, celebró una pequeña ceremonia de boda no oficial en Tokio en 2018. Miku, en forma de muñeco de peluche, vestía de blanco y él llevaba un esmoquin a juego.
En Miku, el Sr. Kondo ha encontrado amor, inspiración y consuelo, contaba. Él y su variedad de muñecas (del mismo personaje) comen, duermen y ven películas juntos. A veces, se escabullen en escapadas románticas y publican fotos en Instagram. El Sr. Kondo, de 38 años, sabe que la gente piensa que es extraño, incluso dañino. Sabe que algunos esperan que lo supere. Y sí, también sabe que Miku no es real. Pero sus sentimientos sí lo son.
Una tendencia en Japón. Si bien casarse extraoficialmente con personajes ficticios sigue siendo raro, el gigante económico que ha crecido en torno a la cultura de fans japonesa desde finales de la década de 1970 ha hecho posible que muchas más personas vivan fantasías elaboradas con sus personajes favoritos. El Sr. Kondo es una de las miles de personas en Japón que han contraído matrimonios no oficiales con personajes ficticios en las últimas décadas. Decenas de miles más en todo el mundo se han unido a grupos online donde discuten su compromiso con los personajes de anime, manga y videojuegos.
Para algunos, las relaciones son solo para divertirse. Pero otros buscan una salida a las rígidas expectativas de la vida familiar japonesa. Muchos de ellos se ven como parte de un movimiento creciente de personas que se identifican como «fictosexuales». Eso es en parte lo que les motiva a publicitar su boda en redes sociales y dar la cara.
Una industria próspera. No es inusual que una obra de arte provoque emociones reales (ira, tristeza, alegría) y el fenómeno de desear lo ficticio no es exclusivo de Japón. Pero la idea de que los personajes ficticios pueden inspirar afecto real o incluso amor bien puede haber alcanzado su máxima expresión en el Japón moderno, donde el sentimiento ha dado lugar a una subcultura muy visible y se ha convertido en la base de una industria próspera.
Los seminarios de negocios han hablado sobre aprovechar ese mercado , y el gobierno ya lo promueve como una importante exportación cultural. La palabra y otros términos especializados han resonado más allá de Japón, y los fictosexuales en el extranjero a menudo los adoptan para articular su propia experiencia de amor.
Un país para ello. «Tienes los mangas, los anime, los videojuegos que construyen una especie de infraestructura donde los personajes se vuelven más importantes para las personas», explicaba Patrick Galbraith, profesor de la Universidad Senshu en Tokio en este reportaje de NYTimes, quien ha escrito extensamente sobre el tema. En Tokio, dos distritos se han convertido en mecas para cumplir esos sueños: Akihabara (para hombres) e Ikebukuro (para mujeres). Las tiendas especializadas en los vecindarios están llenas de merchandising de personajes de videojuegos y anime.
Los productos son extensos. Los fans pueden comprar cartas de amor de sus enamorados, reproducciones de su ropa e incluso aromas destinados a evocar su presencia. Los hoteles ofrecen paquetes especiales, con tratamientos de spa y comidas elaboradas, para las personas que celebran el cumpleaños de su personaje favorito. Y en las redes sociales, las personas publican fotos y notas promocionando su «oshi», un término ampliamente utilizado por los fans japoneses para describir los objetos de su afecto.
Desafiar las normas matrimoniales. Para algunos, las relaciones representan un rechazo al arraigado modelo de matrimonio de en Japón, según comenta Agnès Giard, investigadora de la Universidad de París Nanterre, que ha estudiado los matrimonios ficticios. «Para el público en general, parece una tontería gastar dinero, tiempo y energía en alguien que ni siquiera está vivo. Pero para los amantes de los personajes, esta práctica se considera esencial. Los hace sentir vivos, felices, útiles y parte de un movimiento con metas más altas en la vida», explicaba Giard.
En el caso de las mujeres, en lugar de volverse más aisladas como resultado de sus relaciones, se benefician de las complejas comunidades que se desarrollan a su alrededor. Muchas ven sus matrimonios ficticios como empoderadores, una forma de desafiar las normas de género, matrimoniales y sociales.
gente tonta.