El líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-un, arribó este miércoles a Vladivostok para mantener un encuentro de alto nivel con el presidente ruso Vladimir Putin, pero la aparatosa llegada en tren, su medio de transporte preferido, se vio retrasada por una detalle aparentemente menor: la puerta del tren no estaba correctamente alineada con la alfombra roja preparada para el dictador.
Debido a este presunto desliz del motorman, la delegación rusa y el séquito norcoreano que estaban preparados para recibir a Kim debieron esperar a que toda la formación volviera a ponerse en marcha para recorrer un metro más y que se coloque minuciosamente una rampa especial para que el líder no tenga que descender un escalón de unos 20 centímetros.
Las cámaras registraron el momento en el que los ayudantes de Kim se miran sorprendidos entre ellos, sosteniendo con sus manos enguantadas las dos pequeñas rampas destinadas a servir de puente entre el vagón y la alfombra roja en la estación, al comprender que algo no estaba bien.
Uno de ellos, conectado a un auricular, antes de permitirse manipular la rampa que iba a pisar Kim se coloca los guantes blancos, ubica el material en su lugar y prueba que sea resistente, pero sin atreverse a ponerle un pie encima. Sólo utiliza su mano cubierta.
Una vez que el famoso tren verde norcoreano, una tradición iniciada por el padre del dictador, Kim Jong-il, debido a su miedo a volar y sus preocupaciones ante posibles ataques contra su persona, volvió a ponerse en marcha para corregir su posición, alfombra, rampa y puerta pudieron finalmente ser alineados tras el enorme y detallista esfuerzo.
Entonces Kim, vestido con sus típicos sobretodo y sombrero negros, pudo dejar el tren tras un largo viaje desde Pyongyang e incluso se mostró sonriendo ante los funcionarios rusos que lo recibieron.
Famoso por castigar brutalmente a sus generales por dormirse en las reuniones y por haber ejecutado a varios miembros de su familias acusados de traición, entre otros hechos reportados sobre el dictador norcoreano y que posiblemente nunca puedan ser confirmados, los responsables del desliz deben estar cuanto menos preocupados por un posible enojo de Kim.
Aunque el tamaño de la represalia bien podría depender del resultado de la muy anticipada reunión con Putin que tendrá lugar el jueves en Vladivostok, y que incluye una visita una base de la marina rusa.
Putin y Kim discutirán las tensiones en la península coreana en torno al programa nuclear de Pyongyang, según adelantó el Kremlin, y se espera que el norcoreano busque el apoyo de Moscú en su puja con Estados Unidos.
Esto es especialmente importante considerando que la última cumbre realizada en febrero entre Kim y Donald Trump, presidente