Anthony Tomaselli murió el 6 de marzo de 2015, aparentemente de causas naturales. Pero la historia había sido muy distinta.
Anthony Tomaselli ya estaba viejo y frágil. A los 85 años, sobrevivía rodeado de los fantasmas del cáncer y la demencia. Es probable que no le quedara mucho tiempo en este mundo.
Sus hijas le propusieron llevarlo a un hogar para ancianos, pero Anthony no quiso saber nada. Entonces, Mary-Beth Tomaselli y Linda Roberts decidieron que debían acelerar los tiempos y aplicar su propia fórmula de «eutanasia» para su padre.
En la noche del 6 de marzo de 2015, Mary-Beth y Linda fueron a la casa de su padre Anthony, una vivienda modesta pintada con la cal en un barrio de casas iguales de Palm Harbor, en la Florida, a 35 kilómetros al noroeste de Tampa. Le dieron unas píldoras para dormir a la hija de Mary-Beth que estaba en la casa y así pudieron garantizarse tranquilidad para llevar adelante su plan.
Las hermanas le prepararon entonces un trago alcohólico a su padre en el que disolvieron más píldoras de dormir, pensando que sería suficiente para matarlo.
Anthony se tumbó en su sillón, comenzó a respirar con alguna dificultad, pero no parecía demasiado afectado. La droga estaba muy diluida.
Entonces, Linda tomó una almohada y la colocó sobre el rostro de su padre. Pero Anthony parecía resistir y seguía respirando. Linda finalmente tomo un trapo y se lo introdujo a su padre en la garganta mientras Mary-Beth le cerraba las fosas nasales y le agarraba los brazos para que no se moviera. Su corazón finalmente se detuvo.
A la mañana siguiente, las dos hermanas simularon haber descubierto a su padre muerto en el sillón. Llamaron a emergencias, llegó una ambulancia y los enfermeros se apuraron a cerrar el caso como el de otro anciano que murió durante la noche por causas naturales.
Poco después de la muerte, las hermanas vendieron la casa de su padre y divieron los 120.000 dólares entre ellas y su hermano.
Mary-Beth y Linda parecían haber salido airosas con el crimen perfecto.
Pero todo se complicaría por un triángulo amoroso.
El último otoño, a pesar de estar casada, Linda comenzó una relación sentimental con otro hombre. Le presentó a su hermana, y al poco tiempo Mary-Beth también comenzó a intimar con ese hombre, cuyo nombre no fue revelado. Ese triángulo terminaría por convertirse en el calvario para ambas hermanas.
El hombre comenzó a notar «comportamientos extraños» en Linda. «Era obvio que algo la perturbaba». Un día, ella lo invitó a su casa y le confesó que su padre no había muerto de causas naturales en 2015 sino que ella y su hermana lo habían matado.
El hombre sacó entonces su teléfono celular y grabó la confesión de Linda. al día siguiente, presentó la grabación ante la policía, contó el sheriff del condado de Pinellas, Bob Gualtieri. El hombre comenzó a colaborar con las autoridades y en las siguientes semanas grabó material adicional con Linda y Mary-Beth, en el que ambas confiesan el crimen premeditado con todos los detalles. Era indudable que ese hombre les había inspirada confianza para confesarse de ese modo.
«Ni siquiera era un cold-case (como llama la policía estadounidense a los casos criminales sin resolver)», explicó el sheriff. «Aquí todas las apariencias y los signos eran el de una muerte natural. Ellas se hubieran salido con la suya si no hubieran abierto la boca y confesado todo a este hombre que conocieron en un bar».
Este martes, casi cuatro años después del crimen, Linda, de 61 años, y Mary-Beth, de 63, fueron arrestadas y llevadas a la cárcel acusadas de asesinato.