El 6 de septiembre se celebra el Día Mundial del Sexo, para algunos, específicamente del sexo oral. Los números de la fecha (69) refieren a la famosa postura sexual en la que ambos miembros de una pareja dan y reciben al mismo tiempo placer, con una sincronía erótica digna del Ying y Yang.
El disfrute de la sexualidad es parte de una vida plena. Aunque muchas veces la vemos como un continuo, está sujeta a tiempos y ritmos diferentes, en donde influyen las etapas, las edades, los cambios físicos, psíquicos, y hasta paradigmas sociales. Se dice que una mujer llega a conocer toda su potencia sexual cerca de los cuarenta años, cuando ha atravesado ya múltiples experiencias. ¿Se mantiene esto en una sociedad que está sacudiendo, como pulgas, los principios patriarcales? ¿Ejerce el feminismo una suerte de «educación sexual» para la liberación de los cuerpos? ¿Qué brinda el porno como ejemplo de sexualidad? ¿Qué tabúes siguen transmitiendo los padres y madres?
Francesca Gnecchi, comunicadora especializada en sexualidad y creadora de Erotique Pink; Sofía Slobodjanac, terapeuta ayurvédica especializada en tantra y creadora del espacio de talleres sobre sexualidad Mujer Pulpo, y la sexóloga Mariana Kersz, de Clínica de Parejas, brindaron algunas percepciones acerca de cada etapa.
Niñez
Si la sexualidad de los niños era un tabú, hoy en día se imparte educación desde muy temprana edad, teniendo en cuenta las distintas sensaciones que van atravesando los niños en sus cuerpos.
Este registro pasa por crear una relación con sus necesidades, tanto como con su disfrute, y por las identificaciones de género y orientación sexual. «Creo que todos los niños son andróginos -comenta Slobodjanac- , tienen una potencia de los dos sexos.
Según el tantra, la filosofía hindú desde la cual abordo estos temas, las personas somos bisexuales por naturaleza. Luego, durante el crecimiento, se orienta hacia la trama vincular y sexual que cada uno puede desarrollar.
La asignación de niño o niña en términos de rosa o celeste es algo que nos imponen como rol de género, pero no tiene mucho que ver con lo que traen los niños; ellos exploran y se exploran en su cuerpo hacia, para y por el placer, sin ser tan rígidos. Estas cualidades de investigación y ser, se van adiestrando por la cultura y por algunos mandatos arcaicos, que también domestican la sensibilidad, con leyes absurdas como ‘los varones no lloran’. Nos hace falta, como sociedad, aprender a criar en libertad.»
Adolescencia
Según Slobodjanac, la adolescencia es una etapa interesante porque la psiquis del ser humano busca diferenciarse aún más, ese es el proceso sexual, un nivel emocional y psicológico. «Vemos la diferenciación, la divergencia, como expresiones sexuales y deseantes fuertes que suelen ser aprobadas y castigadas. Las hormonas son un dispositivo «de revolucionarios», se lanzan a todo, y solemos descalificar esa sexualidad expansiva, amorosa, libre, desbordante, bisexual». Sería muy bueno, expresa Sofía, contar con los recursos de la ESI (Educación Sexual Integral) para integrar saberes sobre temas claves como el consentimiento informado, profilaxis, autoplacer, respeto por el propio cuerpo y las diferencias, etc.
«Quiero aclarar -continúa- que necesitamos también una educación sobre menarquía, para dejar de patologizar tanto los ciclos irregulares de las personas menstruantes, y también para comprender que hay momentos de introversión y momentos de extroversión de la energía sexual, que se dan cíclicamente. A partir de esta primera menstruación, durante ciertos días estaremos con más ganas de explorar, y luego de retraernos para procesar esa información (coincide con los ciclos lunares de 28 días). Y esto no ocurre solo a nivel físico, sino que se corresponde con un procesamiento de las vivencias que nos lleva a madurar sexualmente, por eso hay que dejar de vivir estos ciclos con tanto tabú».
El sexo a los 20
Las expertas coinciden en que la «generación 20» no recibe una buena educación sexual.
Según Francesca Gnecchi, «en muchos casos sucede que se «mal educan» con el del porno. Pero, a la vez, es la generación que puede desarrollar una mirada un poco más crítica, donde se preguntarán si lo que ven está bien o no, y se comenzará a hablar y naturalizar las cuestiones de género, diversidad, igualdad, responsabilidad, disfrute y orgasmo femenino, consentimiento. Esto hace que poco a poco vayamos teniendo una sexualidad más justa, más sana, más abierta, más diversa, con igualdad, más responsable, más respetuosa, sin discriminación y con más libertad y que sean los propios jóvenes los que pidan a gritos que se hable más del tema en las escuelas, casas, con los amigos y las parejas.»
Muchos noviazgos a esta edad se dan con principios más libres, cuestionando el machismo en la cama y en todos los ámbitos sociales. «Se dice que a los 25 años se detiene el crecimiento, y esa energía empleada en nosotros mismos, pasa a volcarse afuera. Eso está mediado por la libido o la energía sexual: también es el momento para crear nuestros propios emprendimientos, ideas, proyectos, familia o hijos. La creación es sexual, entonces sucede como una alquimia entre lo que recibo y lo que doy», agrega Slobodjanac.
El sexo a los 30
«Una problemática común en la generación de 30 y 40 (más que nada en hombres) es que el manual de educación sexual fue el porno, entonces deben volver a entregar una relación con otros», comenta Francesca Gnecchi.
Se dice de esta generación, los millennials, que tienen poco sexo, que les interesan otras cosas, que están tomados por la tecnología, el mundo virtualizado y la imagen.
«Por muchos años el placer de las mujeres no era muy tenido en cuenta y hoy aparecen muchas fantasías de exploración, de hacer cosas nuevas; esto hace que muchos hombres se encuentren perdidos y llegan a la consulta sexológica pidiendo ayuda desde ese lado. La necesidad que se ve es la de aprender y hacer todo lo que no se ha hecho antes», agrega Gnecchi. Tríos, parejas abiertas, citas virtuales, bisexualidad, técnicas orgásmicas, todo entra dentro del combo. Las citas múltiples están al alcance de un clic en Tinder, pero también la comunicación o incomunicación con las parejas sexuales se sufre más, y se repiensa esta relación entre lo afectivo y lo erótico, los códigos de convivencia y respeto en la cama y en sus bordes.
El sexo a los 40 y 50
La menopausia y los cambios hormonales hacen que la sexualidad se viva de manera distinta. Es un nuevo reencuentro con el cuerpo que muchas veces reactiva el encuentro erótico, y otras veces lo hace más dificultoso. Según la sexóloga Mariana Kersz, «entre los 40 y 50 años las consultas masculinas siguen siendo habitualmente por disfunción eréctil, pero se agregan habitualmente la falta de deseo ante la imposibilidad de sentir una sexualidad plena. En el caso de las mujeres de la misma edad, las consultas están dirigidas respecto a cómo revivir la pasión en matrimonios o parejas de largo tiempo de convivencia». Es una edad con cierta predisposición a las infidelidades, aventuras y separaciones. Aparece un nuevo despertar sexual, la necesidad de aprovechar el cuerpo y el tiempo, de encontrarse con nuevas dinámicas y experiencias.
Tercera edad
Si pudiéramos reconciliarnos con esta etapa, tendríamos más armonía, porque le encontraríamos un sentido a «llegar a viejo». «Los adultos mayores podrían enseñarnos y asesorarnos, ser sabios, incluso sobre sexualidad», expresa Slobodjanac. Y agrega: «Para muchas personas, atravesadas quizás por la enfermedad y el dolor, es un momento de desconexión total del sexo. Depende de muchos factores y privilegios que rodean a la persona, de poder confiar o no en sus cuerpos y en su habilidad de seducir y encontrarse. También en la capacidad de poder saltar esa norma social de ‘lo deseable’. Desde mi percepción, descentraliza la sexualidad de lo genital mucho más, se pone más en relieve la sexualidad de lo creativo, de lo erótico, de lo romántico, de lo sensual, que de lo sexual genital. Soy una activista de que esto se valore en todas las etapas de la vida, y no solo en la vejez a causa de que hay una baja hormonalidad. El sexo ya no se vive tanto como pulsión, sino como disfrute y goce.