Durante unas observaciones realizadas en 2018 a una galaxia situada a 655 millones de años luz de nuestro planeta, los astrónomos documentaron cómo el agujero negro AT2018hyz devoraba una estrella. Un evento, aunque sorprendente, que no es tan extraño para los científicos, quienes ocasionalmente registran este tipo de actividad.
Sin embargo, un equipo internacional de investigadores se sorprendió al descubrir que luego de tres años de inactividad aparente, este agujero negro «eructaba» los restos del cuerpo celeste absorbido, de acuerdo a la Universidad de Harvard (EE.UU.).
Durante su estudio, publicado en la revista The Astrophisical Journal, los académicos analizaron los datos de varios radiotelescopios ubicados en observatorios de EE.UU., Chile, Sudáfrica, Australia, así como de los observatorios espaciales X Chandra y Swift Neil Gehrels, y descubrieron que el agujero negro se había reanimado misteriosamente en junio de 2021, y que emitía un destello luminoso visible a millones de años luz de distancia.
Un fenómeno nunca antes visto
Normalmente, señalan los académicos, este flujo de salida luminoso ocurre al poco tiempo de producirse un evento de disrupción de marea (TDE, por sus siglas en inglés). Un fenómeno en el que la estrella atraída se comienza a estirar, o «espaguetizar», por la influencia de la gravedad, y el material alargado gira en espiral alrededor del agujero negro, creando un destello a medida que alcanza temperaturas extremadamente elevadas.
De acuerdo a los expertos, el material expulsado viaja a cerca del 50 % de la velocidad de la luz, un hecho notable, ya que los flujos de salida, por lo general, lo hacen a un 10 %.
«Es como si este agujero negro empezara a eructar abruptamente un montón de material de la estrella que se comió hace años […] Esto nos pilló completamente por sorpresa. Nadie había visto nada parecido antes», explicó Yvette Cendes, coautora de la publicación.
«En AT2018hyz hubo silencio radioeléctrico durante los tres primeros años, y ahora se ha iluminado de forma espectacular para convertirse en una de las TDE más radioluminosas jamás observadas […] Es la primera vez que observamos un retraso tan grande entre la alimentación y el flujo de salida», apuntó Edo Berger, otro de los autores.
Tras los resultados obtenidos, los investigadores continuarán investigando el fenómeno para determinar si ocurre de manera regular en la evolución de los TDE, o si se trata de un evento extraordinario.