Un estudio publicado en Nature Astronomy destaca que por primera vez se habría captado el ciclo completo de una ‘nanoflare’, o minillamarada solar, un fenómeno vinculado con el calentamiento de la corona del Sol. En esa atmósfera exterior, a pesar de estar más lejos del núcleo solar, la temperatura es millones de grados mayor que en las capas que se encuentran por debajo.
«Nadie lo sabe realmente, porque nadie lo ha visto antes. Es una suposición bien fundamentada», declaró Shah Bahauddin, profesor de investigación del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado (EE.UU.) y autor principal del estudio, al referirse al fenómeno que por primera vez habría sido visualizado en su totalidad y que, según explicó, es «extremadamente difícil de observar».
Para confirmar que se trata de una nanollamarada solar deben darse dos condiciones. Una de ellas está relacionada con la reconexión magnética que se activa cuando las líneas del campo magnético se realinean explosivamente, lo que provoca un rápido aumento de la temperatura.
«Es como juntar dos cubitos de hielo y que de repente la temperatura suba a 1.000 grados Fahrenheit» (unos 537 grados centígrados), comparó Bahauddin. En cambio, si su calentamiento se da por cualquier otro proceso, ya no se trata de una ‘nanoflare’.
El segundo condicionante es que la nanollamarada debe calentar la corona, que podría estar ubicada a miles de kilómetros del sitio en que se produce el estallido. «Hay que examinar si la energía de una ‘nanoflare’ puede disiparse en la corona. Si la energía va a otra parte, eso no resuelve el problema del calentamiento coronal», agregó el científico.
El comienzo de la investigación
El estudio se inició con la investigación de unos bucles brillantes de unos 100 kilómetros de diámetro. «Nunca pensé que producirían tanta energía como para impulsar el plasma caliente a la corona y calentarlo», confesó Bahauddin, cuyo equipo amplió las imágenes captadas por el Espectrógrafo de Imágenes de la Región de la Interfaz de la NASA (IRIS, por su sigla en inglés).
De esa manera comprobaron que la temperatura de los bucles era millones de grados más alta que la de su entorno. Además, ese calor se distribuyó de una manera particular, ya que en ellos, los elementos más pesados, como el silicio, eran más calientes y tenían más energía que los ligeros, como el oxígeno.
«Los elementos más pesados se disparaban a unos 100 kilómetros por segundo, mientras que los más ligeros estaban a casi cero. Eso fue completamente contradictorio», explicó el especialista.
Para comprender este efecto, el equipo de investigación comprobó que el calor debía provenir de un evento de reconexión magnética, la misma fuerza que impulsa las erupciones solares.
Otro interrogante respecto de esos bucles era si su calor lograba alcanzar la corona solar. A través del Observatorio de Dinámica Solar de la NASA (SDO. por su sigla en inglés), los científicos observaron las regiones cercanas a las iluminaciones en los instantes siguientes a su aparición. «Ahí estaba, solo un retraso de 20 segundos. Vimos el brillo, y luego vimos de repente que la corona se sobrecalentaba a temperaturas de varios millones de grados. El SDO nos dio esta información importante: sí, este hecho está aumentando la temperatura, transfiriendo energía a la corona», concluyó Bahauddin.
El equipo logró documentar diez casos de bucles brillantes que generaron efectos similares en la corona y aunque todo parece indicar que se trata de minillamaradas solares, esto aún no pudo ser confirmado debido a la falta de antecedentes.