Vapor y agua es lo único que deja a su paso el primer tren de hidrógeno en entrar en servicio comercial en el mundo.
Presentado este lunes en la pequeña ciudad de Bremervörde, en Baja Sajonia, al norte de Alemania, los primeros pasajeros del tren Coradia iLint apenas notarán un leve gemido del motor y el sonido usual de la fricción de las ruedas sobre los rieles.
«Solo los frenos de aire, que son tan ruidosos como los de cualquier otro tren, son notables», afirmó Daniel Cooper, editor del sitio de tecnología Engadget, que estuvo a bordo de un prototipo de este modelo en una pista de pruebas.
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Dos trenes azul brillante Coradia iLint, construidos por el fabricante francés de TGV Alstom, comenzaron a recorrer una ruta de 100 kilómetros entre los pueblos y ciudades de Cuxhaven, Bremerhaven, Bremervoerde y Buxtehude, en el norte de Alemania.
Este recorrido es cubierto de manera usual por trenes de combustible diésel.
Los trenes de hidrógeno están equipados con celdas de combustible que producen electricidad a través de una combinación de hidrógeno y oxígeno, un proceso químico que deja como únicas emisiones vapor y agua.
El exceso de energía se almacena en baterías de iones de litio a bordo del tren, al igual que la energía liberada durante el proceso de frenado.
Las ruedas del tren son impulsadas por un motor eléctrico incrustado en el chasis. Al lado, lleva una batería que mantiene un flujo constante de potencia.
Por encima de la cabina están los tanques de almacenamiento de hidrógeno, y la celda de combustible está en el techo en medio del tren.
Los trenes Coradia iLint pueden recorrer alrededor de 1.000 kilómetros con un solo tanque de hidrógeno -que se recarga en 15 minutos-, una autonomía similar a la gama de trenes diésel.
«Claro, comprar un tren de hidrógeno es algo más caro que un tren de diésel, pero es más barato de operar», Stefan Schrank, gerente del proyecto de Alstom.