Un equipo de arqueólogos españoles ha descubierto que habitantes de la península Ibérica, durante el Neolítico, desollaban y descuartizaban a los cadáveres como parte de un ritual funerario, revelado a partir de un estudio de dos tumbas megalíticas en Los Zumacales y La Cabaña datados en el cuarto milenio a.C.
La arqueóloga Angélica Santa Cruz, de la Universidad de Valladolid, y Javier Velasco-Vázquez, empleado del Servicio de Patrimonio Histórico de Gran Canaria, llegaron a tal conclusión al estudiar los restos de más de 20 hombres, mujeres y niños, así como puntas de flecha, herramientas de piedra y cerámica halladas hace décadas en estas dos formaciones, informó Live Science.
El reciente análisis demostró que gran número de los cadáveres se fracturaron y fragmentaron ‘perimortem’, es decir, alrededor del momento de la muerte o justo después, sugiere el estudio, publicado en el International Journal of Osteoarchaeology.
Según los investigadores, entre el 70 % y el 90 % de los huesos se habían fracturado, incluidos los huesos del brazo con fracturas en «forma de mariposa», resultado de una fuerza aplicada perpendicularmente sobre un hueso fresco. También se encontraron marcas de impacto en algunos de los huesos, que indicaban la aplicación de una fuerza de impacto o de contusión. Además, se descubrieron marcas de corte en forma de ‘V’, probablemente realizadas por personas que utilizaban herramientas de piedra para desollar a los muertos.
Los investigadores del estudio proponen que las fracturas y marcas de corte formaban parte de un «proceso de gestión de la muerte» que la gente empleaba según fuera necesario para ocuparse de sus compatriotas fallecidos.
Por ejemplo, pueden haber estado «dirigidas a acelerar los procesos de descomposición del cadáver», o «algunos de estos huesos podrían haber sido adorados como objetos o reliquias funerarias», señaló Angélica Santa Cruz.
Sin embargo, los investigadores no pudieron descartar que se practicara el canibalismo funerario. Los patrones de fractura en los huesos de Los Zumacales, en particular, podrían reflejar canibalismo funerario, pero «tal afirmación debe hacerse con gran precaución», según los autores.
«Consumir la carne de los muertos es un antiguo comportamiento humano, del que se han encontrado muchos casos en el noroeste de Europa, sobre todo durante el Paleolítico Superior (hace entre 35.000 y 10.000 años)», reza el artículo.