Localizado en la Huaca el Toro, en el norte de Perú, arqueólogos encontraron los restos de un antiguo templo, donde posiblemente se realizaban rituales de culto al agua y que posteriormente fue reutilizado como lugar de enterramiento.
El arqueólogo peruano Walter Alba, junto a su equipo, descubrieron un templo megalítico de hace unos 3,000 años donde, probablemente, se llevaron a cabo rituales de culto al agua, y que fue levantado por una civilización hasta ahora desconocida.
En el mismo sitio se hallaron 21 tumbas de una época posterior, lo que indica que el edificio fue reutilizado.
El templo, fue construido sobre una serie de plataformas, en el que aún quedan en pie grandes bloques de piedra de unas tres toneladas cada uno, se extiende sobre una superficie de 40 metros de largo y 56 de ancho. Presenta tres fases de construcción, la primera, que data entre los años 1500 y 800 a.C., se trata de una pequeña estructura con cimientos de arcilla en forma de cono. La segunda etapa data de entre 800 y 400 a.C., y la construcción presenta numerosas influencias de la cultura Chavín, que dominó la región entre 900 y 200 a.C. Y la tercera etapa data de los años 400 y 250 a.C., cuando se agregaron unas columnas para sostener el techado.
Según Alva, este lugar fue especialmente importante porque las escaleras están orientadas hacia el este, donde están las montañas y de donde fluye el agua. Esto es inusual porque generalmente los templos se enfrentan a los valles y las tierras agrícolas. La monumental estructura está rodeada de imponentes muros.
La monumental estructura está rodeada de imponentes muros. Delante del templo hay una plaza en la que se alza un altar que presenta unos pequeños orificios que, según Walter Alva, son típicos de los altares de agua que se encuentran en otros lugares, y se halla en los manantiales del río Valle de Zaña.
Según el arqueólogo, la situación del templo es importante, ya que está ubicado en lo que se llama el Tinkuy, es decir, la unión de dos ríos que eran espacios sagrados en las culturas antiguas. La unión del río Nanchoc con el Udima para formar el río Zaña.
Walter Alva destaca que este descubrimiento es singular porque es la única arquitectura megalítica que hay en Lambayeque. El lugar es estrictamente ceremonial por los indicios de incineración que existen. Los rituales se realizaban para la atraer la fertilidad.
En cuanto a las sepulturas descubiertas, veinte de ellas pertenecen a la cultura chimú, y datan entre los años 1000 a 1470