Astrónomos de todo el mundo llevan desde octubre de 2017 intentando desentrañar uno de los misterios recientes que más estudios científicos ha motivado: ¿qué es exactamente Oumuamua, el primer viajero interestelar del Sistema Solar detectado por la humanidad?
Descubierto por primera vez por el Observatorio Haleakala de la Universidad de Hawai, el objeto desafía todo lo que se creía de los cuerpos celestes. Los primeros informes llevaron a algunos a especular que el objeto podría ser un asteroide o un cometa. Sin embargo, hubo ideas mucho más exóticas: se realizaron varios estudios -si bien todos impulsados por la Universidad de Harvard y, en concreto, por el astrónomo Avi Loeb- que apuntaban a la posibilidad de que se tratase de una nave extraterrestre, enviada desde una civilización lejana para examinar nuestro sistema estelar. En concreto se sugirió que podía ser una sonda alienígena varada.
Pero un nuevo análisis de todos los datos obtenidos hasta ahora y de los días que este viajero interestelar cruzó por nuestro sistema, quiere desmentir esta teoría, y asegura que Oumuamua tiene un origen puramente natural. El equipo de investigación publica el artículo este lunes en la revista «Nature Astronomy».
«Nunca hemos visto nada como Oumuamua en nuestro sistema solar. Todavía es un misterio», explica Matthew Knight, científico investigador asociado en el Departamento de Astronomía de la Universidad de Maryland, coautor del estudio. «Pero nuestra preferencia es seguir comparándolo con objetos que ya conocemos, a menos hasta que encontremos alguna característica definitoria única. La hipótesis de la nave extraterrestre es una idea divertida, pero nuestro análisis sugiere que hay una gran cantidad de fenómenos naturales que podrían explicarlo».
Lo que se sabe del Oumuama
Como Knight y sus colegas resumieron en su estudio, Oumuamua es de color rojo, similar a muchos objetos pequeños observados en nuestro sistema solar. Pero ahí termina la familiaridad con ellos.
Oumuamua probablemente tiene una forma alargada, parecida a un cigarro. Además, tiene un patrón de giro extraño, muy parecido al una botella de refresco que rueda por el suelo. Por otro lado, se detectó que aceleraba como un cometa, pero los astrónomos no podían encontrar evidencia de las emisiones gaseosas que típicamente crean esta aceleración. Según Knight, ese movimiento a través de nuestro Sistema Solar es particularmente desconcertante.
«El movimiento de Oumuamua no se limitó a seguir la gravedad que conocemos como un asteroide. Pero visualmente, tampoco ha mostrado nunca ninguna de las características de cometaque esperaríamos. No hay un coma discernible -la nube de hielo, polvo y gas que rodea a los cometas activos-, ni una cola de polvo o chorros de gas».
Recopilar todos los datos
Knight trabajó con Alan Fitzsimmons, un astrónomo de la Queen’s University Belfast en Irlanda del Norte, para reunir a un equipo de 14 astrónomos provenientes de Estados Unidos y Europa. El Instituto Internacional de Ciencia Espacial en Berna, Suiza, sirvió como base de inicio virtual para la colaboración.
«Reunimos un sólido equipo de expertos en diferentes áreas. Este trabajo cruzado condujo al primer análisis exhaustivo y al mejor resumen general hasta la fecha de lo que sabemos sobre el objeto», explicó Knight. «Tendemos a suponer que los procesos físicos que observamos aquí, cerca de casa, son universales. Y aún no hemos visto nada como Oumuamua en nuestro Sistema Solar. Esto es extraño y ciertamente difícil de explicar, pero no es así, ya que es posible que otros fenómenos naturales puedan explicarlo».
El nuevo documento de investigación es principalmente un análisis de los datos existentes, incluido un estudio de diciembre de 2017 de la forma y el patrón de giro de Oumuamua, escrito por Knight y un equipo de astrónomos de la UMD. Este documento, publicado en «The Astrophysical Journal Letters», se basó en datos del Discovery Channel Telescope (DCT) en el Lowell Observatory en Arizona.