El desfile anual de Victoria´s Secret ya no volverá a emitirse en televisión. Uno de los espectáculos más esperados del mundo de la moda no seguirá con el formato habitual, según aseguró la CNBC, que ha tenido acceso a un comunicado de la empresa a sus trabajadores en el que se desvela el cambio de rumbo.
La firma de lencería no vive sus mejores momentos y los datos hablan por sí mismos: el año pasado tan solo 3,3 millones de espectadores siguieron el desfile por televisión. Además, la enseña propiedad del grupo L Brand se enfrenta –con su ejército de ángeles de medidas perfectas y rostros canónicos– a una clienta que ha dado pasos de gigante en su visión sobre su propio cuerpo y que ya no acepta dictados. Todo ello tiene que ver con el cambio sufrido en la sociedad. Fenómenos como el movimiento MeToo chocan frontalmente con el enfoque de una casa que nació en 1977.
Les Wexner, CEO de la compañía L Brands (la casa matriz de Victoria´s Secret), ha informado que la televisión ya no es el «canal más adecuado» para este evento y su intención de crear un «nuevo estilo de show». «La moda es un negocio de cambio. Debemos evolucionar y cambiar para crecer. Con esto en mente, hemos decidido repensar el tradicional desfile de Victoria’s Secret. En 2019 y de aquí en adelante, nos centraremos en el desarrollo de contenido emocionante y dinámico y en un nuevo tipo de evento, que se difundirá entre nuestros clientes en otras plataformas pegadas a la actualidad», explica el comunicado difundido por la CNBC.
El último desfile se grabó el pasado 8 de noviembre pero se emitió en la televisión estadounidense un mes después. La audiencia en Estados Unidos, el país organizador, fue de 3,3 millones de espectadores, la más baja desde que el show se inauguró en 1995, según desvela el sitio web de noticias de moda Quartzy.
El dato es especialmente sorprendente, ya que el desfile cambió de canal de noticias y se emitió en la cadena ABC y no en CBS, como en los años anteriores. Todo parecía apuntar a que este cambio contribuiría a mejorar la acogida del público, pero nada más lejos de la realidad. La cifra fue aún peor que la del año anterior, que se quedó rozando los cinco millones de espectadores. En ediciones anteriores, una audiencia de alrededor de 10 millones de personas seguía el desfile en directo.
Esta caída drástica se explica por un deterioro de la marca a nivel global, que ha llevado a que el precio de la ropa interior alcanzara un mínimo histórico y al cierre de varias de sus tiendas. Sin embargo, la causa principal está en el rechazo social que ha producido la decisión de no apostar por la diversidad, que se ha limitado únicamente a incluir más modelos negras y asiáticas, además de a Winnie Harlow, la primera modelo con vitíligo en desfilar para la marca.
El responsable de Marketing de L Brands dejaba claro recientemente en Vogue que su apuesta es únicamente por los cuerpos esbeltos y esculturales, sin cabida para otras maneras de entender la belleza, más conectadas con la realidad. «¿Deberíamos incluir a modelos trans en el show? No, no lo creo, porque el show es una fantasía, un especial de entretenimiento de 42 minutos y es el único en su clase», declaró Ed Razek. En su opinión, hubo un intento en el año 2000 por incluir a modelos de tallas grandes, pero «nadie estaba interesado, y aún no lo están».
El cambio llega meses después del nombramiento de nuevos ángeles de Victoria’s Secret, como Barbara Palvin, Grace Elizabeth (que se convirtió en la modelo más joven en colarse las ansiadas alas) o la española Lorena Durán, que fue fichada como modelo plus size para la marca (y no tardó en desatar la polémica), mostrando el nuevo rumbo que está tomando la firma.