Gareth Bale no se resigna a perder el sitio de manera definitiva. El galés sabe que a día de hoy tiene entrada de preferencia para el partido de Kiev del próximo día 26, pero lucha para cambiar ese peto de suplente y su butaca en el banquillo, por un sitio en el once titular. Es más, el galés, pese a que da la sensación de no enterarse de lo que sucede a su alrededor, no se altera por todo lo que se dice sobre su futuro en los últimos meses.
Ante el Celta mostró una versión muy próxima a la mejor, a esa con la que convenció a todos dos temporadas atrás. Rápido, vertical, decisivo y cazando esos goles que tiene por castigo, tal y como demuestran esos 15 que ya suma en el campeonato de Liga, en el que ha jugado en 25 partidos, para ser el segundo máximo goleador del Real Madrid.
Bale ha pasado por el banquillo y no ha salido de él en algunos partidos importantes, pero el galés ha sabido reaccionar. Ante el Barcelona hace una semana y en la noche del sábado ante el Celta, ha mostrado que quiere seguir vistiendo de blanco y que lucha por no perder la que sería su segunda final consecutiva como titular.
El delantero se ha adaptado a la vida a Madrid. Ha tardado y quizás lo ha hecho fuera de plazo, pero todavía tiene fútbol en sus botas y si esa buena cara enseñada a todo el mundo en los últimos días puede repetirla de manera asidua, debería tener un sitio en el plantel blanco, pero sabe que su continuidad no será una empresa sencilla de llevar a cabo. Los dos goles, espectacular el segundo, ante el Celta, ayudan, pero la duda es saber si ya es tarde.
El fútbol cambia del día a la noche, en un ataque, con un simple gesto y Bale está esperando que ese llegue en Kiev. Se le ve con ganas, más metido en la dinámica del grupo, repartiendo elogios a sus compañeros y derrochando entrega en cada momento.
Está enchufado y el Real Madrid y el Bernabéu se lo agradecieron con una sonora ovación. Tiempo hacía de la anterior. Bale ha vuelto, ¿a tiempo?
El Real Madrid derrotó con marcador de 6 – 0 al Celta de Vigo.