Samuel Hurtado dejó un legado de esfuerzo, valentía y amor por la vida. Su historia es un testimonio de superación que trascendió los límites de su enfermedad y lo llevó a convertirse en un referente del deporte adaptado en El Salvador. Hoy, a través de estas líneas, recordamos su trayectoria y el impacto que dejó en su familia, amigos y compañeros de competencia.
Aferrado a la vida y confiando en sus capacidades, Samuel Hurtado, oriundo de Chalchuapa, Santa Ana, se aventuró en la práctica de boccia en 2016. A pesar de sus limitaciones, nunca se dio por vencido. Apoyado y acompañado por su mejor amiga y madre, Ena Cortez, consiguió transformar su rutina diaria en momentos de nerviosismo, felicidad y convivencia con otros paratletas.
El santaneco estudió Ingeniería en Desarrollo de Software en la Universidad de El Salvador, en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente. Su educación básica la cursó en el Centro Escolar Francisco Ignacio Cordero y el bachillerato, en el Instituto Nacional Jorge Elíseo Azucena Ortega, en Santa Ana.
Fue el tercero de cuatro hijos de la familia Hurtado Cortez. Sus hermanos, Moisés, Stephanie y Pablo, siempre estuvieron pendientes de sus necesidades, y él les demostró que cuando se quiere, se puede.
Samuel fue un ejemplo de superación. A los nueve años fue diagnosticado con distrofia muscular de Duchenne, una enfermedad que deteriora progresivamente los músculos y limita la movilidad. El diagnóstico llegó con un pronóstico desalentador, pero con terapias y, sobre todo, el amor incondicional de su familia, logró desafiar el tiempo.
“A los nueve años me diagnosticaron distrofia muscular de Duchenne, una enfermedad que limitó mis movimientos y que, con cualquier desplazamiento, podría provocar lesiones. Fue una noticia devastadora, y más aún cuando el médico le informó a mi madre que mi esperanza de vida era hasta los 12 años. A pesar de todo pronóstico, aquí estoy, con 21 años”, comentó Samuel en una entrevista.
Su incursión en el deporte ocurrió tras la visita de la entrenadora de la selección nacional de boccia, Alicia Villalta, al Centro de Rehabilitación Integral de Occidente (CRIO). Ahí conoció por primera vez la práctica de este deporte adaptado y quedó fascinado.
“Descubrí este deporte en el CRIO, el día de una de mis terapias. Para mi suerte, Alicia estaba ahí y nos explicó cómo se practicaba. En ese instante supe que podía jugarlo y no dudé en intentarlo, a pesar de que me habían dicho que nunca podría hacer actividad física, mucho menos practicar un deporte”, recordó Samuel.
Hurtado fue evaluado y ubicado en la clase deportiva BC3, categoría de paratletas con parálisis cerebral que necesitan asistencia y deben lanzar a través de una canaleta. Esta canaleta no debe exceder los 2.5 metros por 1 metro, y se complementa con un puntero colocado en la cabeza del jugador para lanzar la boccia.
Los desafíos estratégicos de la disciplina lo motivaron aún más. Además, el deporte le brindó la oportunidad de compartir más tiempo con su madre, quien se convirtió en su operadora de canaleta.
“Cuando llegué al CRIO, los médicos no querían que jugara boccia por lo delicado de mi condición, ya que no podía exigirme físicamente. Pero con la ayuda de mi madre logré hacerlo y disfruté cada instante en la pista de juego. Lo que más me atrajo del boccia fueron las estrategias; me mantenían concentrado durante la competencia”, explicó Samuel durante una entrevista.
El uso de elementos adicionales para competir le dio la libertad que tanto buscaba. “Me adapté a la canaleta y me gustó porque es compleja mi clase deportiva. Es una extensión de mi cuerpo, algo que me motivaba a definir las estrategias que iba a ejecutar. Además, me dio la oportunidad de tener cerca a mi madre, quien ajustaba la canaleta con precisión para cada lanzamiento”, relató el santaneco.
Samuel recordaba con emoción el evento que lo terminó de impulsar a seguir en el boccia y luchar por una vida más estable. “En 2017 tuvimos la oportunidad de pelear por una plaza para competir en los Juegos Para Juveniles en Sao Paulo, Brasil. No logramos clasificar, pero ese evento marcó el inicio de mi camino en el boccia”, contó el paratleta.
Convertirse en seleccionado nacional y beneficiario del Programa Esfuerzo y Gloria le permitió comprender que su rol en el deporte iba más allá de la competencia: era también una inspiración para otras personas con discapacidad.
“Me llena de orgullo ser un paratleta profesional, me emociona motivar a los demás y eso me impulsa a seguir adelante. Desde una silla de ruedas sigo demostrando de lo que soy capaz, con el apoyo incondicional de mi familia. Esas son razones suficientes para nunca darme por vencido”, expresó Samuel.
Tras su fallecimiento en octubre de 2024 por complicaciones de salud, su madre, Ena Cortez, atesora los recuerdos de su hijo con gran amor y orgullo.
“Lo más lindo que recuerdo de él es su bondad. Siempre tenía palabras de ánimo para quienes quería, esa fue siempre su esencia, y eso me llena de orgullo hasta la fecha”, compartió Ena.
Aunque Samuel ya no está físicamente, su madre lo mantiene presente en su día a día y asegura que su memoria vivirá por siempre en el corazón de la familia Hurtado Cortez.
“A pesar de que ya no está conmigo, sigo hablándole. Todos los días le doy gracias por hacerme la mamá más feliz y le digo cuánto lo extraño. Extraño sus ocurrencias, la adrenalina de cada partido, la pasión con la que disfrutaba el deporte… Extraño todo lo que vivimos juntos. Ahora es mi ángel, a quien amaré por siempre. Mi Samuelito”, expresó Ena.