Taylor Swift fue víctima de un caso de deepfakes explícitos, en los que se generaron imágenes falsas con inteligencia artificial en las que aparecía desnuda. Este incidente llevó a algunos políticos estadounidenses a solicitar herramientas regulatorias para controlar y limitar este tipo de contenido.
Un caso similar se presentó en Almendralejo, España, donde un grupo de menores sufrió acoso tras la difusión de imágenes falsas en las que aparecían desnudas. Las imágenes fueron generadas por una aplicación de inteligencia artificial llamada Nudify, la cual fue utilizada por algunos compañeros de su centro educativo para crear contenido alterado sin su consentimiento.
Estas situaciones, además de ser lamentables, el futuro del contenido explícito en un contexto en el que la inteligencia artificial avanza a gran velocidad y sigue en gran medida sin una regulación clara.
“Los usuarios ahora pueden marcar casillas en una lista de opciones tan larga como el menú de Cheesecake Factory para crear sus escenas ideales: categorías como masculino, femenino y trans; edades de 18 a 90 años; tamaño de los senos y del pene; detalles como líneas de bronceado y color de la ropa interior; fondos como supermercados, iglesias o la Torre Eiffel”, explica el cineasta.
Según Herrera, la inteligencia artificial generativa en el ámbito de la pornografía está desdibujando los límites entre lo real y lo generado por algoritmos, lo que plantea una reflexión sobre “qué es el porno real”.
Herrera observa que “el porno se define por las necesidades de su época”, y en la actualidad, esas necesidades se ven marcadas por un creciente aislamiento.
La pandemia de COVID-19 acentuó esta tendencia hacia la digitalización de los momentos más íntimos, dando lugar a prácticas como visitas hospitalarias y ceremonias de boda a través de FaceTime, lo cual, según Herrera, ha causado una “profunda descarga de nuestras baterías sociales”.
Este contexto ha generado un vacío social y emocional que el entretenimiento para adultos podría ocupar, llevando a que el auge de la pornografía generada con inteligencia artificial sea, más que una causa, un síntoma de una nueva sexualidad sintética.
En un futuro cercano, Herrera plantea que esta forma de contenido podría resultar atractiva precisamente por su artificialidad y no a pesar de ella.
Cómo las relaciones sexuales se ven afectadas por la IA
La aplicación de la inteligencia artificial en la pornografía también está transformando la manera en que las personas se relacionan sexual y emocionalmente. La posibilidad de crear contenido sexual hecho a la medida y adaptado a preferencias específicas podría llevar a las personas a desarrollar expectativas poco realistas sobre el sexo y las relaciones personales.
En este sentido, Herrera advirtió en un artículo para MIT Technology Review que “si las personas se acostumbran a obtener exactamente lo que desean, esto podría afectar aún más sus expectativas en las relaciones”. Herrera añade que, en este contexto, “una primera cita puede volverse aún más incómoda si cada persona ha visto una versión idealizada y desnuda de su acompañante generada digitalmente”.
En otras palabras, el contenido sexual generado o manipulado con inteligencia artificial no solo crea representaciones distorsionadas, sino que también fija estándares de intimidad y apariencia que, en la vida real, podrían ser inalcanzables y generar frustración.