Un nuevo estudio dirigido por veterinarios de la Universidad de Bristol (Reino Unido) demostró que los olores del estrés humano afectan al aprendizaje y al estado emocional de los perros. Según sus resultados, los perros experimentan un contagio emocional cuando perciben el olor del estrés humano y esto les lleva a tomar decisiones más «pesimistas».
«Los dueños de perros saben que sus mascotas están en sintonía con sus emociones, pero aquí demostramos que incluso el olor de un humano estresado y desconocido afecta al estado emocional del perro, a su percepción de las recompensas y a su capacidad de aprendizaje», explica Nicola Rooney, profesora de Vida Silvestre y Conservación en la Facultad de Veterinaria de Bristol. «Los adiestradores de perros de trabajo suelen decir que el estrés se transmite a través de la correa, pero nosotros hemos demostrado que también puede transmitirse a través del aire», agregó.
¿Más «optimistas» o «pesimistas»?
Estudios anteriores señalaban que el olor de una persona estresada influenciaba de manera subconsciente las emociones y las decisiones que toman los otros humanos que la rodean. Ahora los veterinarios de Bristol querían averiguar si a los perros les afecta de igual manera.
Partiendo del hecho de que las elecciones «optimistas» o «pesimistas» de las personas indican emociones positivas o negativas, respectivamente, el equipo de investigación aplicó una prueba de «optimismo» o «pesimismo» en 18 parejas de perros con diferentes olores humanos. Los perros, de varias razas, tenían entre ocho meses y diez años de edad.
Condiciones experimentales
Las mascotas se entrenaron para detectar que cuando se colocaba un recipiente de comida en un lugar, contenía una golosina, pero cuando se colocaba en otro lugar, estaba vacío. Tras el aprendizaje, los perros eran más rápidos en acercarse al lugar con una golosina que al lugar vacío. Luego, se determinó la rapidez con la que el perro se acercaba a lugares nuevos y ambiguos en los que había recipientes situados entre las dos ubicaciones originales.
Un acercamiento rápido reflejó «optimismo» sobre la presencia de alimentos en estos lugares ambiguos (un indicador de un estado emocional positivo); mientras que por el contrario, un enfoque lento indicó «pesimismo» y emoción negativa. Estas pruebas se repitieron mientras cada perro estaba expuesto a la ausencia de olor o a los olores de muestras de sudor y aliento de humanos en un estado estresado (realizando una prueba aritmética) o relajado (escuchando sonidos de paisajes).
Los resultados
Se descubrió que el olor humano provocado por el estrés hizo que los perros se acercaran más lentamente a la ubicación ambigua cuando el recipiente estaba ubicado en el lugar más cercano al sitio del cuenco vacío. Este comportamiento no se observó con el olor de personas relajadas. Esta conducta sugiere que el olor humano provocado por el estrés podía haber aumentado la percepción de los perros de que esta nueva ubicación no contenía comida, de manera similar a la ubicación cercana del cuenco vacío.
Los investigadores sugieren que esta respuesta «pesimista» refleja un estado emocional negativo y posiblemente podría ser una forma del perro de conservar energía y evitar decepciones. También descubrieron que los perros mejoraban más rápidamente su aprendizaje sobre la presencia o ausencia de comida en las dos ubicaciones cuando estaba presente el olor del estrés. El estudio fue publicado este lunes en Scientific Reports.