El telescopio espacial James Webb (JWST) contribuye, periódicamente, con el creciente catálogo de exoplanetas que realizan los expertos, ya que expande la información disponible sobre las características de los cuerpos presentes en el espacio exterior. Gracias a los datos que aporta, un grupo de expertos liderado por científicos de la Universidad de Montreal logró determinar con mayor precisión las propiedades de LHS 1140 b, un planeta descubierto en 2017.
Los hallazgos publicados explican que, debido a su diámetro, existían especulaciones sobre si se trataba de una supertierra (un planeta rocoso más grande que la Tierra) o de un mini Neptuno (un planeta gaseoso más pequeño que Neptuno). Sin embargo, el análisis reafirma la posibilidad de que se trate de un planeta terrestre helado o con océanos de agua en estado líquido
La constelación de Cetus alberga al sistema planetario del cual LHS 1140 b forma parte, a 48 años luz de distancia de la Tierra. Orbita una estrella de tipo M, conocida como “enana roja”, que es una quinta parte del tamaño del Sol y, a su vez, más fría. Concluye su recorrido alrededor del astro en, aproximadamente, 24.7 días y se encuentra dentro de la zona considerada como habitable. Esto quiere decir que la temperatura que recibe permitiría la existencia de agua líquida, indispensable para la vida.
Los científicos declaran que LHS 1140 b podría tener una atmósfera secundaria rica en nitrógeno, similar a la terrestre. Esto significa que podría regular la temperatura del planeta al retener calor. “Las estimaciones basadas en todos los datos acumulados revelan que LHS 1140 b es menos denso de lo esperado para un planeta rocoso con una composición similar a la de la Tierra, lo que sugiere que entre el 10 y el 20 % de su masa puede estar compuesta de agua”, explicaron desde la Universidad de Montreal en un artículo.
Se cree que el planeta cumple con una rotación sincrónica, es decir que uno de sus lados se encuentra siempre apuntando hacia su estrella. Debido a esto, contaría con un océano en la cara que enfrenta al astro, y el resto estaría conformado por hielo. Según estimaciones, la superficie de agua líquida comprendería un diámetro de alrededor de 4.000 kilómetros y su centro podría tener una temperatura de hasta 20 °C. Otra alternativa es que el mundo esté completamente cubierto de hielo.
Los expertos tuvieron acceso al JWST para observar dos tránsitos de LHS 1140 b por delante de su estrella y lograron analizar algunos componentes de su posible atmósfera. Los datos fueron obtenidos utilizando el instrumento NIRISS (Near-Infrared Imager and Slitless Spectrograph), que es capaz de obtener imágenes de alta calidad a partir de radiación infrarroja y de la medición de la longitud de onda del brillo proveniente de distintos objetos en el espacio exterior. Gracias a esto, detectaron señales específicas de distintos compuestos químicos y moleculares.
“Este es el primer vistazo fascinante que podemos hacer a la atmósfera de una supertierra en la zona habitable. En comparación con otros exoplanetas conocidos en la zona habitable, como los del sistema TRAPPIST-1, la estrella LHS 1140 parece más tranquila y menos activa, lo que hace que sea mucho menos complicado desentrañar la atmósfera de LHS 1140 b de las señales estelares causadas por manchas estelares”, afirmó Ryan MacDonald, becario Sagan de la NASA en el Departamento de Astronomía de la Universidad de Montreal.
El planeta LHS 1140 b es actualmente uno de los candidatos más prometedores para encontrar agua líquida fuera del sistema solar y, si las condiciones son propicias, indicios de vida extraterrestre. Esto se debe a su posición dentro de la zona de habitabilidad con respecto a su estrella y su probable atmósfera rica en nitrógeno.
En el futuro, los científicos esperan poder explorar la hipotética presencia de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, no solamente para lograr comprender su sistema climático, sino también para evaluar si podría albergar vida.
En el futuro, los científicos esperan poder explorar la hipotética presencia de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, no solamente para lograr comprender su sistema climático, sino también para evaluar si podría albergar vida.
Esto, junto con la confirmación de la verdadera composición de su atmósfera y de la existencia de agua líquida, se podría lograr, según los científicos, luego de años de observaciones debido a que el acceso al JWST es limitado.