El oficialista Congreso Nacional Africano (ANC) de Sudáfrica obtuvo el peor resultado en las elecciones desde que llegó al poder en 1994 y perdió su histórica mayoría parlamentaria, viéndose obligado a buscar aliados en otros partidos para poder seguir gobernando.
Este sábado se conocieron extraoficialmente los resultados de los comicios del miércoles, ya con el 99,5% de las papeletas escrutadas. El partido de Cyril Ramaphosa sacó el 40,21% de los votos -una significativa disminución del 57,5% de 2019-, seguido por la neoliberal Alianza Democrática con el 21,79 por ciento, el Umkhonto We Sizwe con el 14,61 por ciento y, en cuarto lugar, los radicales de izquierda Fighters for Economic Freedom, con 9,48 por ciento.
La caída en los apoyos al ANC se explica por una variedad de factores, principalmente sociales y económicos. La agrupación llegó al poder en 1994 de la mano de Nelson Mandela y el fin del apartheid. Desde aquel momento, se mostró como un actor protagonista en el derrocamiento del régimen de segregación y un referente en la lucha por la educación, la vivienda y el bienestar del pueblo.
Sin embargo, la Sudáfrica actual se encuentra sumida en un clima de delincuencia, pobreza, desigualdad, carencias de servicios básicos como electricidad y agua, una tasa de desempleo que supera el 32 por ciento y, por si fuera poco, escándalos de corrupción.
“Hace mucho tiempo que el ANC manda en este país pero no ha cambiado nada”, dijo un hombre este miércoles al salir del colegio electoral. “Tengo la esperanza de que el ANC se dé cuenta de que ya no lo necesitamos. Necesitamos un cambio”, agregó una estudiante de 21 años.
No obstante, Ramaphosa está decidido a dar batalla y hacer alianzas con otras agrupaciones que le permitan hacerse nuevamente con una mayoría legislativa y, con ella, la posibilidad de que los 400 diputados próximos a asumir lo elijan este mes como el nuevo jefe de Estado.
“Hemos estado hablando con todo el mundo, incluso antes de las elecciones, pero todo debe basarse en principios y no en un acto de desesperación”, dijo la víspera la vicesecretaria general del partido, Nomvula Mokonyane, que buscó rebajar la tensión suscitada tras los resultados preliminares y adelantó que no se hará ningún anuncio formal hasta la presentación formal de los datos, este domingo.
De esta manera, la política dejó la puerta abierta para mantener conversaciones tanto con la derecha como con la izquierda, aunque esto podría no ser una tarea tan sencilla.
Un acercamiento con la Alianza Democrática, liderada por el político blanco John Steenhuisen y característico por representar a esta minoría, podría encontrarse con resistencias en el ANC. Su programa se basa, principalmente, en el libre mercado y en el fin de las iniciativas de empoderamiento económico de la población negra, es decir, exactamente lo opuesto a los valores de la formación gobernante.
Desde la AD dijeron que “las negociaciones entre las partes aún no comenzaron pero se abrieron canales, conversaciones de tú a tú”. En tanto, el nieto de Mandela y diputado saliente del Congreso, Mandala, sostuvo que una alianza sería incompatible porque existen “ideales diferentes” y planteó que una mejor alternativa sería buscar apoyo en el FEF o el MK, creado hace seis meses por el ex jefe del ANC, Jacob Zuma.
De todas formas, esto también podría toparse con trabas ya que Julius Malema, del FEF, aseguró que “no estamos desesperados y no cederemos nuestras reivindicaciones ni nuestros principios” por unirnos al oficialismo. Esta postura es “demasiado errática” y plantea un resultado “impredecible” de las conversaciones, sumó la analista Susan Booysen.
Por el lado del MK, la situación sería aún más complicada por la historia de Zuma con el partido, del que se vio obligado a renunciar como presidente en 2018 en medio de acusaciones de corrupción. “Haremos compromisos con el ANC pero no con el ANC de Cyril Ramaphosa”, declaró el portavoz Nhlamulo Ndhlela.