Brad Pitt y Angelina Jolie siguen enfrascados en una agria batalla legal a cuenta del negocio vinícola que crearon durante su matrimonio, con la compra del castillo Miraval y sus fértiles terrenos de la campiña francesa. El actor demandó a su antigua esposa después de que ésta vendiera su mitad de la propiedad a una empresa rusa, Stoli Group, contraviniendo supuestamente los términos de un contrato que obligaba a las partes a contar con el consentimiento de la otra antes de realizar cualquier maniobra en ese sentido.
Esta disputa judicial, a priori de naturaleza patrimonial, tomó un cariz mucho más personal y preocupante desde que la intérprete manifestara, en diversos escritos, que había sido víctima de violencia tanto física como psicológica por parte de su antiguo esposo, quien siempre ha negado esas acusaciones. En su última moción, los abogados de la artista han ido un paso más allá, asegurando que esos presuntos malos tratos comenzaron «mucho antes» del mediático incidente que vivió la familia a bordo de un avión, en 2016, en medio de un vuelo privado de Francia a California.
De acuerdo con el testimonio que en su momento ofreció Jolie, su entonces marido se comportó de forma agresiva tras haber ingerido grandes cantidades de alcohol, hasta el punto de que habría golpeado a uno de sus hijos, Maddox, y forcejeado con la actriz, lo que le habría provocado heridas leves. El FBI investigó lo sucedido pero el intérprete nunca fue arrestado ni se presentaron cargos contra él. «Brad ha aceptado su responsabilidad en lo que ha hecho, pero no lo hará sobre las cosas que no ha hecho», declaraba su letrado.
La oscarizada artista no ha ofrecido más detalles sobre ese «historial de abusos físicos» que habría padecido con anterioridad a ese fatídico viaje, tras el cual Jolie anunció su separación y el inicio de los trámites para divorciarse. En cualquier caso, el objetivo de estas nuevas declaraciones pasa por demostrar que Pitt actuó con mala fe cuando la actriz le ofreció su parte del negocio vinícola. El artista exigió a su antigua esposa que firmara un acuerdo de confidencialidad diseñado, según ella, para silenciar el presunto calvario que sufrió a manos del actor.
Como ella se negó a claudicar ante el chantaje, dicen sus abogados, el intérprete rompió las negociaciones para adquirir la totalidad de Miraval, por lo que Jolie no habría tenido más remedio que buscar otros compradores. «En el juicio, Jolie demostrará con testimonios, fotografías, emails y otras pruebas que Pitt estaba muy inquieto por su propia conducta, hasta el punto de tirar por tierra la adquisición de la parte de Jolie en Miraval porque ella rechazó firmar un nuevo acuerdo de confidencialidad más expansivo», apunta la moción.