Miles y miles de personas desfilaban emocionados este jueves en Londres ante los restos mortales de la reina Isabel II, la única reina que la mayoría conoció, y una figura que gozó del raro privilegio del afecto casi unánime en su país. El féretro con los restos de la reina se instaló ayer en Westminster Hall, la parte más antigua del Parlamento, una sala majestuosa del siglo XI que es el embrión institucional del Reino Unido.
«Todo el mundo está contento de estar aquí, pero va a ser más triste» cuando llegue el momento de estar ante la reina, explicó Lisa Doodson, que vive en las afueras de Londres y que se puso en la fila a las seis de la mañana. La cola avanzaba fluidamente y una veintena de sillas de camping se amontonaban a la entrada del Parlamento, abandonadas por quienes habían conseguido entrar.
De hecho, la espera no parece molestar a los miles de asistentes. «Me alegro de que hubiera cola porque nos dio tiempo para ver lo que nos esperaba, prepararnos y absorber todo este ambiente», dijo la sanitaria Nimisha Maroo. «No me hubiera gustado si hubiera tenido que apresurarme». En lo que sí coincidían quienes salían era en la emoción. «Todo el mundo en la multitud se comportó impecablemente», dice Keith Smart, ingeniero y veterano del ejército británico, secándose las lágrimas. Había esperado más de 10 horas la oportunidad de despedirse.»Y luego, al entrar en esa habitación y ver eso, simplemente me derrumbé por dentro. No me incliné, me arrodillé en el suelo, de rodillas, incliné la cabeza ante la reina»
«Hay un ambiente muy agradable», dice Robert Sutton, un profesor de inglés que inició la espera poco después de medianoche. «Cada uno tiene sus propias razones personales para venir, pero, obviamente, todos queremos presentar nuestros respetos a la reina», apostilló. Harvey, un contable de 50 años, describió como una experiencia «increíblemente emocionante» pasar ante la reina, y dijo que mucha gente lloraba «pero en silencio total» (el uso de celulares está, además, prohibido en el interior del recinto).
Durante los próximos cinco días, cientos de miles de británicos y visitantes, hasta 750.000 según la prensa, pasarán por una capilla ardiente abierta casi ininterrumpidamente hasta la madrugada del 19 de septiembre, día en que tendrá lugar el funeral de Estado en la Abadía de Westminster y el entierro en la capilla Jorge VI del Castillo de Windsor.
El gobierno avisó de que podrían tener que esperar 30 horas en una fila de hasta 10 km que transcurre por el centro de la ciudad a lo largo del río Támesis. «Tengan en cuenta esto antes de decidir asistir o traer a niños», advirtió Downing Street. Carmen Martínez, una abogada colombiana casada con un británico y embarazada de siete meses de su primer hijo, explicó que se sentía «bien» participando en esta manifestación de duelo. «Representa todo» en el país, «es como la abuela de todo el mundo», sostuvo Martínez.