El volcán Hunga-Tonga-Hunga-Ha’apai en el sur del océano Pacífico entró el 15 de enero en «una de las erupciones más violentas jamás captada por satélite». Creó la amenaza de un tsunami en muchos lugares del mundo y también desencadenó una onda sónica expansiva que dio la vuelta al mundo dos veces. Según la NASA, la gigantesca erupción submarina también arrojó una enorme cantidad de vapor de agua a la estratosfera de la Tierra, suficiente para llenar más de 58.000 piscinas olímpicas.
El agua fue arrastrada a la altitud de 53 kilómetros sobre el nivel del mar.
En el estudio, publicado en Geophysical Research Letters, los investigadores de la NASA estiman que la erupción de Tonga envió alrededor de 146 teragramos (1 teragramo es equivalente a un billón de gramos) de vapor de agua a la estratosfera de la Tierra. Este número es igual a aproximadamente el 10% del agua ya presente en esa capa atmosférica.
Después de la erupción del Hunga-Tonga-Hunga-Ha’apai el 15 de enero de 2022, varios gases residuales medidos por la sonda de extremidades por microondas (MLS, por sus siglas en inglés) mostraron valores estratosféricos anómalos. MLS es el instrumento que mide la emisión térmica de microondas natural desde el borde de la atmósfera terrestre para detectar de forma remota los perfiles verticales de los gases atmosféricos, la temperatura, la presión y el hielo en las nubes.
Los efectos del vapor de agua
Los especialistas de la NASA también llegaron a la conclusión de que la gran cantidad de vapor de agua podría ser suficiente para afectar temporalmente la temperatura promedio global de la Tierra. Por lo general, las erupciones volcánicas no lanzan cantidades significativas de agua en la atmósfera. Incluso, si lo hacen, se disipa rápidamente.
Sin embargo, este enorme exceso de vapor de agua catapultado por el volcán Tonga podría permanecer en la estratosfera durante varios años. Podría influir en la química atmosférica, impulsando ciertas reacciones químicas que podrían empeorar temporalmente el agotamiento de la capa de ozono. Los vapores de agua también atrapan el calor, por lo que la erupción podría tener un efecto de calentamiento adicional en contraste con las consecuencias atmosféricas habituales que producen los volcanes.
Sin embargo, este efecto por sí solo no cambiará significativamente nuestro clima actual, y se disipará cuando el vapor de agua adicional salga de la estratosfera.
La gran cantidad de agua inyectada en la estratosfera fue posible, probablemente, porque el volcán submarino estaba situado precisamente a una profundidad de 150 metros. Si se ubicara a poca profundidad, no habría habido suficiente agua de mar sobrecalentada por el magma en erupción para causar consecuencias significativas. Si fuera más profundo, las inmensas presiones en las profundidades del océano no habrían permitido que la erupción catapultara los vapores de agua tan alto.