Entre 2009 y 2015 el telescopio espacial Kepler de la NASA detectó de manera continua en algunas estrellas gigantes rojas unas peculiares variaciones de brillo, lo que hizo pensar a los astrónomos que esas estrellas formaban un grupo especial.
Esta inusual característica se detectó desde entonces en unas 40 estrellas de las casi 7.000 gigantes rojas conocidas hasta el momento. Este pequeño grupo se distingue por tener una luminosidad relativamente baja y pesar entre dos masas solares y la mitad de una masa solar, algo no muy acorde con su enorme tamaño, según comunicó la Universidad de Sídney la semana pasada.
«Han adelgazado un poco», dijo el astrónomo Simon Murphy, de la Universidad de Queensland del Sur, en referencia a este fenómeno de gigantes livianas, que tiene su explicación más probable en una reciente pérdida de masa como consecuencia de «interacciones binarias» que alteraron el ciclo de vida estelar normal.
Las 40 estrellas observadas se encuentran en la última fase de su evolución estelar, a unos pocos millones de años de evolucionar en una nebulosa planetaria y dejar de existir. Sin embargo, si no se hubieran visto despojadas de parte de su masa de manera repentina y en un tiempo reciente, cuando ya se habían convertido en gigantes rojas, se podría decir que estas estrellas son más viejas que el universo, lo cual es imposible, sostienen los investigadores.
La idea que resuelve esta aparente paradoja es que estos astros sufrieron una pérdida de la capa exterior debido a la presencia de un «vecino codicioso» que, por decirlo de alguna manera, les robó su masa.
Los científicos explican que, a medida que una estrella envejece dentro de un sistema binario cercano, se expande hasta llegar a un punto en que parte de su material puede alcanzar la esfera gravitatoria de su astro compañero y ser absorbido. Este compañero normalmente no se ve porque es más pequeño y menos brillante, pero, «en el caso de gigantes rojas relativamente pequeñas, creemos que un compañero podría estar presente», comentó el autor principal del estudio, Yaguang Li.
Cuando su equipo calculó por primera vez las masas de las insólitas estrellas, los científicos pensaron que se había cometido algún error durante las mediciones, pero luego se encontró la explicación conveniente, indica Li.
Los investigadores dividieron en dos el grupo en cuestión, puesto que la mayoría (32) de las estrellas que lo componen pesan solo de 0,5 a 0,7 de la masa solar, mientras que las ocho restantes «tienen masas normales», de entre 0,8 y 2 soles. En comparación con el resto de las gigantes rojas, estas últimas tienen casi las mismas dimensiones exteriores, pero son poco luminosas.
El artículo científico de Li, Murphy y sus colegas que detalla sobre ambos subgrupos de las gigantes rojas fue publicado el 14 de abril.