Los últimos días se han convertido en una verdadera una montaña rusa para Elon Musk y sus diferentes proyectos espaciales. Por un lado, el magnate estadounidense vive un gran momento gracias a que sus cohetes Falcon 9 han demostrado ser los más fiables de la historia, con más de 100 lanzamientos seguidos con éxito. En poco más de un mes, Space X ha realizado seis misiones completas y perfectas, recuperando sin problemas las primeras etapas de sus lanzadores. Toda una proeza de eficacia y seguridad que contrasta con los baches que está atravesando su otro proyecto espacial, su gran constelación satelital con la que pretende ofrecer internet de banda ancha, baja latencia y una cobertura mundial sin precedentes.
El proyecto se llama Starlink y ha conseguido lanzar al espacio miles de pequeños satélites en apenas unos años. Su ritmo de lanzamiento es tan impresionante que, de 2019 hasta hoy, ha conseguido poner en órbita casi dos mil satélites… tan solo una pequeña parte de los más de 40.000 satélites que están previstos para completar la mayor constelación de satélites de la Historia. Sin ir más lejos, hace solo unos días, el jueves 3 de febrero, el Falcon 9 lanzó 49 satélites Starlink a la órbita terrestre baja desde el Centro Espacial Kennedy. El trabajo del lanzador fue, una vez más, impecable pero los satélites han sufrido un percance que ha dado al traste con esta misión.
Desafortunadamente, los satélites desplegados el jueves se vieron significativamente afectados por una tormenta geomagnética el viernes. Estas tormentas hacen que la atmósfera se caliente y que aumente la densidad atmosférica en las altitudes bajas, precisamente donde se despliegan los satélites de Musk. El análisis preliminar muestra que el aumento de la resistencia a bajas altitudes impidió que los satélites abandonaran el modo seguro para comenzar las maniobras de elevación de la órbita, y hasta 40 de los satélites lanzados se han desintegrado o se desintegrarán al entrar en la atmósfera terrestre.
No es el único problema que Elon Musk afronta estos días. El accidente de sus satélites ha llegado a la NASA, que recordemos es su principal contratista, que ha expresado “su preocupación por el plan de SpaceX para Starlink Gen2 donde enumera algunos de los riesgos más evidentes como la posibilidad de colisiones con otras sondas científicas o incluso con misiones tripuladas, fallos en la capacidad de maniobra, crear retrasos en la programación de otros lanzamientos o la interferencia con telescopios espaciales y terrestres”.
Este último apartado de riesgo representa otro más de los baches que se ha presentado en el camino de Elon Musk. Los profesionales e investigadores que basan su trabajo en observaciones astronómicas se han organizado y, a través de la Unión Astronómica Internacional (IAU) han creado un nuevo centro que intentará proteger los intereses de los astrónomos a medida que el número de satélites de nuestra órbita terrestre continúa en aumento.
En su web oficial han emitido el siguiente comunicado:
La Unión Astronómica Internacional (IAU) está profundamente preocupada por el creciente número de constelaciones de satélites lanzadas y planificadas principalmente en órbitas terrestres bajas. La IAU adopta el principio de un cielo oscuro y silencioso, no solo como esencial para avanzar en nuestra comprensión del Universo del que formamos parte, sino también para el patrimonio cultural de toda la humanidad y para la protección de la vida silvestre nocturna.
En el aspecto funcional este nuevo Centro para la Protección de los Cielos oscuros frente a las Interferencias Satelitales estará coordinado por el Laboratorio Nacional de Investigación en Astronomía Óptica-Infrarroja (NOIRLab) y por el observatorio internacional de radioastronomía SKAO (Square Kilometre Array Organization). El NOIRLab se ocupará de la parte de astronomía óptica, mientras que el SKAO estudiará las cuestiones relacionadas con la radioastronomía.
Para los astrónomos esta novedosa institución representa un paso necesario en su lucha para garantizar que los avances satelitales no impidan los estudios de los diferentes observatorios y telescopios. “Este centro buscará que los proveedores de satélites minimicen la contaminación lumínica de sus satélites y de otros tipos de interferencias astronómicas, además de alentar a los gobiernos a regular mejor esta floreciente industria y así apoyar a la comunidad mundial de astrónomos que ahora tienen que lidiar con los problemas causados por las interferencias de estos satélites”.