Por: Julio Rodríguez
Fue deportada y está frente a mí comiéndose dos pupusas y un jugo que le dieron al llegar a El Salvador, parece sentirse a salvo. Aquí donde cientos como ella arriban a diario. Al programa le llaman “Bienvenido a casa”, con un dejo de tristeza me relata como terminó ese calvario.
Se fue con unos cuantos dólares que le habían enviado sus hijas para que se reunieran en Nueva York, Estados Unidos, a punto cruzar el río Bravo se entregó a las autoridades migratorias de México. Es que ya no aguantaba que “El caminante” la violara casi todos los días.
“El caminante”, un coyote que cobraba mil 500 dólares a cada persona solo por pasar ese mortal brazo de agua y dejarlos del otro lado.
Ella es de Santa Ana de allí salió al norte. “Cuando me decidí a dejar México, donde me quedé por varios meses, pues me habían robado parte del dinero en el camino, lo hice con la esperanza de encontrarme con mis dos hijas” empieza a contar una historia que comenzó hace mucho tiempo. Cuando sus muchachas se fueron para el norte, era un sueño estar juntas. Las había criado sola.
Un ímpetu maternal de amor que se convirtió en una pesadilla de dolor y lágrimas que cubrían su cuerpo desnudo que, “El caminante” violaba cuando la separaba del grupo de migrantes, hombres y mujeres impotentes de ayudarle porque igual que ellas solo querían llegar a los EE.UU.
Ese día la “migra” los persiguió y, como es la regla, correr en guinda (rápido) y esconderse hasta que pase el peligro para luego reunificarse en grupo y continuar la travesía. Margarita no volvió al grupo se escondió y no respondió a los gritos de “El caminante”. Una vez hubo silencio ella se entregó a los agentes de la “migra”.
Pasó varios días detenida y fue deportada a El Salvador. Y ahora, aquí estoy frente a ella, pero sus pensamientos no. Ella sigue pensando en sus hijas.
“Mis hijas me esperan” me dice. Margarita no quiere volver caminar el mismo sendero. ¿Quizá sea posible soñar aquí? Piensa para sí. Otro encierro le espera en un centro de cuarentena. Solo Dios sabe cómo lleva las cosas, “imagínese cuanta gente ha muerto en Nueva York” me dice y murmura “solo espero que mis niñas estén bien, las eduqué para ser fuertes y a confiar en Dios”, dice confiada, se va y se pierde en el grupo son como doscientos. Los tiempos de Dios son perfectos
Lastima, porque hubiera denunciado al coyote y colaborar con las autorudades para capturarli y asi obtener la Visa U, para este tipo de crimenes.
Dios la bendiga siempre y la proteja en estos tiempos muy difíciles
La justificacion de la maldad en la tierra es el cristianismo por su inabilidad politica de no hacer NADA. La epidemia no tiene ninguna connection divina. Pero si, una total responsabilidad de como responder en su contra lo cual deja mucho que desear
El fanatismo de la Fe, la region sober la filosofia y Las ciencias es la reseta para el desastre y la catrastofe. No porque no sigo la divinidad o mi religion (judaismo). La actitud para justificacion no hacer NADA es ponerlo en Las manos de un dios