El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y los republicanos, obtuvieron este viernes un crucial triunfo en el Senado y el jefe de la Casa Blanca está ahora muy cerca de ser absuelto en el juicio político que le iniciaron en el Congreso. El día histórico será el próximo miércoles.
Los 100 miembros de la cámara alta escucharon este viernes los argumentos de la acusación y la defensa sobre la posibilidad de citar a declarar a nuevos testigos y admitir documentación adicional en el proceso de impeachment. Para que esta posibilidad prosperara, los demócratas, que tienen una minoría de 47 senadores, tenían que convencer a al menos tres republicanos para que votaran a favor de esta posibilidad. Pero fracasaron y solo lograron dos. El resultado final fue 51 a 49.
Esta votación despeja ya el proceso para la decisión definitiva: si los senadores absuelven o destituyen a Trump, el tercer presidente de la historia que ha sido juzgado políticamente luego de Andrew Johnson, en 1868, y Bill Clinton, en 1999.
Ya no hay dudas de que los demócratas no lograron quebrar la voluntad del oficialismo, que permaneció fiel al presidente a pesar de que muchos legisladores no toleran el estilo y la gestión del jefe de la Casa Blanca.
Entonces es imposible a esta altura que se destituya a Trump porque se necesitan dos tercios de los votos del Senado y los demócratas no han logrado torcer voluntades.
Ahora los republicanos estaban apurados para que la absolución de Trump suceda lo más pronto posible, sobre todo antes del discurso del Estado de la Unión, que el presidente debe pronunciar el próximo martes ante las dos cámaras legislativas. Esto le brindaba la oportunidad de mostrarse en prime time televisivo como un candidato vencedor de las “conspiraciones” legislativas y la “caza de brujas” que siempre ha denunciado. Cuando busca la reelección en noviembre, semejante vidriera es irresistible para Trump.
Pero el cronograma era demasiado ajustado y los legisladores decidieron que el lunes darían los alegatos finales, el martes Trump hablaría ante el Congreso y el miércoles sucedería finalmente la votación que lo dejará libre de culpa y cargo.
El presidente estadounidense está acusado de abuso de poder por supuestamente haber presionado a Ucrania para que investigue a uno de sus rivales políticos, el candidato demócrata Joe Biden, y su hijo, a cambio desbloquear una partida de 400 millones de dólares en el Congreso estadounidense en ayuda militar a ese país.
También le pesa un segundo cargo, el de obstrucción al Congreso, por haber entorpecido la investigación de los legisladores, negando a varios altos funcionarios de su gobierno presentarse a declarar y a entregar documentos.
El inicio del impeachment fue aprobado en la Cámara baja, donde los demócratas tienen mayoría, pero la cámara que juzga es el Senado. Allí los republicanos tienen la mayoría e imponen las reglas.
Los demócratas querían citar a declarar a un nuevo testigo, el ex Asesor de seguridad Nacional, John Bolton, que de amigo del presidente pasó a enemigo y en un reciente libro incrimina directamente a Trump por haber congelado los fondos para Ucrania a cambio de la investigación a Biden.
Este ex funcionario podría haber expuesto a Trump a un dato crucial: el llamado “quid pro quo”, o el dar a cambio algo por otra cosa. Porque Trump admitió que le pidió al presidente ucraniano Volodimyr Zelensky que investigara a los Biden, pero dijo que no lo hizo a cambio de liberar la ayuda a ese país. La declaración de Bolton, que fue despedido por diferencias con Trump, podría haber torcido la historia.
Solo hubo dos senadores republicanos que avalaron la posibilidad de citar a Bolton. Fueron el ex candidato presidencial Mitt Romney, hoy legislador por Massachussets, y Susan Collins, senadora por Maine, que suelen votar de forma independiente.
Pero otros dos senadores que estaban en la mira no torcieron su voluntad. La senadora republicana moderada Lisa Murkowski dijo el lunes tener “curiosidad” por escuchar a Bolton. Sin embargo, el viernes anunció que no apoyaría llamar a testigos, y criticó “la naturaleza partidista” de los debates que provocan que no haya “un juicio justo”. “No creo que continuar cambie nada”, añadió.
Lamar Alexander tomó la misma decisión. “No necesitamos pruebas adicionales”, declaró en un comunicado.
“Fue inapropiado que el presidente pidiera a un líder extranjero investigar a su rival político y retener ayuda de Estados Unidos para llevarlo a investigar”, añadió Alexander. “Pero la Constitución no da al Senado el poder de destituir al presidente y vetarlo simplemente por acciones que no son apropiadas”.
Muchos de los legisladores entienden que quizás Trump ha hecho algo indebido, pero estiman que no es momento para destituir a un presidente. Trump, mientras tanto, busca sacarse de encima este juicio para poder enfocarse de lleno en su campaña. También los demócratas, ya que varios candidatos como Bernie Sanders, Elizabeth Warren y Amy Klobuchar quedaron semanas “atrapados” en el Senado sin poder hacer campaña.