El Club Dorados de Sinaloa anunció este lunes la salida del portero argentino Gaspar Servio, quien se burló de los episodios de violencia ocurridos en Culiacán el pasado jueves.
“La institución ha decidido unilateralmente terminar anticipadamente su contrato”, se lee en el comunicado emitido por el club deportivo, previamente dirigido por Diego Armando Maradona.
Dorados abrió una investigación en contra del argentino, luego de que éste publicara en su cuenta de Instagram algunos videos de lo ocurrido en la capital sinaloense la semana pasada, en donde al menos siete de personas perdieron la vida durante un enfrentamiento entre el crimen organizado y el Ejército mexicano.
Los video iban acompañados de canciones de fondo como: “Arde la ciudad” y la “Gata del Vip”, con las que se burló de los momentos de angustia y temor que vivieron los habitantes de la ciudad.
“Tiro, tiro, tiro, puñalada, puñalada”, se escuchaba en una de las melodías que colocó en su historia de Instagram.
En total, fueron cuatro las stories compartidas por el arquero en su cuenta @GasparServio. En la última, se podían apreciar imágenes de cuerpos sin vida tendidos sobre el pavimento.
Servio aseguró minutos después que su cuenta de Instagram había sido hackeada, tras lo cual borró los videos y se disculpó. “Fuerza Culiacán”, escribió en su primera disculpa. “Acabo de recuperar mi cuenta de Instagram, me la habían hackeado”, sentenció en la siguiente historia.
Sin embargo, su disculpa no evitó que el club iniciara una investigación en su contra. Así fue que un día después de las lamentables publicaciones, Dorados anunciara que se habían iniciado las pesquisas pertinentes para tomar las medidas que resultarán necesarias.
“Club Dorados es más que fútbol, somos una institución y personas que formamos parte de una gran familia y el día de ayer nuestra prioridad, como cada que la sociedad lo ha necesitado, fue utilizar toda nuestra capacidad operativa disponible y nuestra casa para ayudar a quienes se encontraban en situación de riesgo”, señaló el equipo en un primer comunicado.
El conjunto sinaloense recordó que en la actualidad, la importancia y repercusión que tienen las redes sociales obliga a los clubs deportivos a tener un manejo responsable de las cuentas de ellos y sus jugadores.
Previamente, el cancerbero había colocado en Instagram una carta en la que reafirmaba que su cuenta había sido hackeada y que alguien con “muy mala voluntad” se había aprovechado de la situación.
«Reitero que no fueron publicadas por mi (las publicaciones), ni constituyen una forma de pensamiento ni ideales del suscrito, desafortunadamente alguien con muy mala voluntad hacia mi persona y aprovechándose de la situación hackeó mi cuenta y publicó cosas y envió mensajes a gente cercana solo por molestar»
Agregó que fue gracias a una llamada que recibió, que se enteró sobre los videos posteados en su cuenta, pues en ese momento se encontraba en la concentración del equipo.
“En un momento no supe qué hacer, no es común que a alguien le pasen ese tipo de situaciones, no entiendo el coraje que le puedan tener a uno para perjudicarlo de esa manera e impulsivamente la comunidad y medios de comunicación atacan de inmediato y vulneran el derecho de defenderme de una situación que repito, yo no provoqué”, añadió.
Por último, el guardameta envió sus condolencias a todas las familias que vivieron momentos de terror en Culiacán, en particular a quienes perdieron a algún ser querido.
A pesar de sus disculpas, la afición de Dorados exigió la salida del jugador, la cual se concretó este lunes.
El tiroteo en Culiacán
El jueves de la semana pasada la ciudad del noroeste del país vivió horas de angustia luego de que las autoridades mexicanas intentaran detener a Ovidio Guzmán López, uno de los hijos de Joaquín “El Chapo» Guzmán. Cientos de hombres armados con armas automáticas barrieron la ciudad, y dejaron al menos una decena de muertos.
La demostración de poder del Cártel de Sinaloa paralizó una ciudad por más de 24 horas, como si se estuviera realmente en una zona de guerra. Así fue como una ciudad con 850.000 habitantes se vio obligada a esconderse y a esperar. Con disparos y explosiones cubriendo la ciudad, con personas muertas tiradas sobre el pavimento por 20 horas esperando a que los peritos los recogieran. Con el olor a gasolina penetrando en sus hogares a causa del confrontamiento del gobierno federal con el narcotráfico.