Nadie más que The Beatles podría haber terminado su carrera con un álbum de la calidad de Abbey Road. Desgastados por sus diferencias artísticas y enfrentados por los problemas financieros de Apple, ellos lo sabían mejor que nadie: “tendrás que cargar con ese peso por mucho tiempo”, cantan en Carry That Weight. Después de la revolución que habían generado a principios de los ’60, no podían desaparecer sin sellar su legado. Por eso, mientras la banda se desmoronaba, lograron dejar atrás sus diferencias y registraron no sólo uno de sus mejores álbumes sino también el más exitoso en términos comerciales.
El vínculo entre John, Paul, George y Ringo empezó a resquebrajarse durante la grabación de The Beatles, más conocido como el Álbum Blanco, en 1968. La sociedad Lennon/McCartney se estaba desintegrando y, con visiones distintas del camino que debía tomar la banda, comenzaron a componer por separado. Las sesiones fueron tensas y anárquicas y en muchas ocasiones cada miembro del grupo trabajó por su cuenta, por eso el LP es tan ecléctico y fragmentado.
En enero del ’69 McCartney volvió a reunir a los demás para un nuevo proyecto: el álbum Get Back. No habían pasado ni cuatro meses del lanzamiento del disco anterior y él ya proponía hacer uno nuevo. Para él, la única forma de reconstruir los vínculos con el resto de la banda era volver a tocar juntos, primero en el estudio y luego en vivo, algo que The Beatles no hacía desde 1966.
Las canciones de Get Back proponían una vuelta a las raíces, al rock and roll más crudo de sus inicios, y la idea era registrarlas en conjunto, sin sobregrabaciones. “Iba a ser un álbum honesto”, había dicho George Martin a Rolling Stone. Al final, tanta honestidad derivó en el cuarteto sacando a la luz sus conflictos y discrepancias y las peleas fueron tan intensas que llegaron al borde de la ruptura, con Harrison abandonando el grupo temporalmente y Martin perdiendo su autoridad. Ni siquiera el recital que dieron en la terraza de las oficinas de Apple sirvió para limar las asperezas.
Ese material fue archivado hasta que John Lennon le pidió al productor Phil Spector que le diera forma para lanzarlo como banda sonora de la película Let It Be. Lo que iba a ser un film sobre la realización de un álbum de The Beatles se convirtió en el registro de su disolución. Todo esto sucedió en 1970, un mes más tarde de la separación oficial del grupo.
Volviendo a 1969, tan solo tres semanas después de las desastrosas sesiones de Get Back, decidieron intentarlo de nuevo. Si éste iba a ser su último trabajo, tenía que ser espectacular, a la altura de lo que ellos significaban para la música pop. George Harrison admitiría más adelante: “En ese momento no sabía que hacíamos el último álbum de The Beatles, pero sentíamos que estábamos llegando al final del camino”.
Martin, sorprendido de que volvieran a convocarlo para una nueva producción, aceptó con la condición de que volvieran a trabajar como antes, de forma disciplinada. Incluso el ingeniero de sonido Geoff Emerick, que se había ido en medio de las tensiones del Álbum Blanco, regresó para sumarse al selecto grupo de profesionales que acompañaban al grupo en el estudio.
A pesar de que en los negocios mantenían un conflicto latente, dejaron esos problemas a un lado y pudieron reencontrarse como músicos, igual que en los viejos tiempos. Para el productor, Abbey Road fue un álbum feliz. “Supongo que lo fue porque todos pensaban que iba a ser el último”.
Las sesiones de grabación comenzaron en febrero con I Want You (She’s So Heavy), una extraña composición de Lennon de casi ocho minutos y una letra escueta de catorce palabras en la que el Beatle le declara su amor a Yoko Ono. Está construida sobre un muro de guitarras arpegiadas y una base rítmica de raíces latinas que sobre el final quedan sumergidas bajo un ruido blanco generado por el sintetizador Moog, la nueva adquisición de Harrison que la banda estrenó en este álbum y que usó en varias canciones como “Here Comes The Sun”, “Maxwell’s Silver Hammer” y “Because”. George fue uno de los primeros en hacerse del sintetizador que había diseñado Robert Moog a fines de los ’60 y que abriría paso al desarrollo de la música electrónica en la década siguiente.
Lo más sorprendente de “I Want You (She’s So Heavy)” es su abrupto final. John le pidió a Emerick que recorte los últimos veinte segundos para que la canción termine repentinamente sin ningún tipo de fundido. Así culmina el lado A del LP, de manera intempestiva y sorprendente. El efecto no puede ser más fantástico.
“Come Together” es una de las preferidas de Lennon y la que da inicio al álbum. Tomando la primera parte de un tema de Chuck Berry, John trató de escribir una canción para la campaña presidencial de Timothy Leary, el gurú del LSD, que planeaba competir contra Ronald Reagan. Falló en componer el jingle, pero el resultado fue un blues “pantanoso”, tal como lo califica Macca, con una letra críptica que invita a ser libres.
En “Oh! Darling”, Paul revisita el doo wop de los ’50. En su intento de darle más sentimiento a la interpretación, forzó su voz como no lo hacía desde “I’m Down” en 1965. Durante varias mañanas fue al estudio más temprano para practicar y precalentar las cuerdas vocales hasta que logró el efecto que buscaba.
Para el periodista Ian MacDonald, que analizó minuciosamente la obra de los Fab Four en su libro Revolution in the head, “si hay una canción que muestra por qué The Beatles se separaron, esa es ‘Maxwell’s Silver Hammer’”. Es cierto que las sesiones de Abbey Road fueron dentro de todo pacíficas, pero la perfección que buscó McCartney en esta grabación generó tensiones y hartazgo en los demás. Lennon la consideraba “otra canción de abuelas de Paul” y decidió no participar. Todavía se estaba recuperando de un accidente automovilístico y no quiso gastar energías en algo que tampoco le gustaba al resto. A pesar de su melodía infantil de music hall, la letra habla de un homicida que asesinaba a sus víctimas con un martillo. Para reforzar los “bang bang” del estribillo, Ringo tuvo que tocar un yunque.
Tal vez lo más trascendente que dejó Abbey Road fue la consagración de Harrison como compositor. “Something” y “Here Comes The Sun” están a la altura de cualquiera de las canciones del tándem Lennon/McCartney. La primera fue seleccionada como simple promocional del disco junto con “Come Together”. Es la única composición del guitarrista que tuvo ese trato preferencial. Para Paul, es lo mejor que escribió George y es la que eligió para rendirle homenaje en sus recitales. John la consideró su favorita del álbum y para Frank Sinatra, que hizo su versión en 1970, fue “la canción de amor más grande de los últimos cincuenta años”.
En Anthology, Ringo destaca el hecho de que Harrison haya llegado al mismo nivel que sus compañeros justo en el momento en que se estaban separando. Su consagración definitiva como autor llegaría al año siguiente con su álbum solista All Things Must Pass, que está lleno de grandes canciones que los demás Beatles habían rechazado.
El último álbum del grupo también tiene una de las mejores composiciones del baterista, Octopus’s Garden, su segundo aporte al cancionero Beatle (el primero fue “Don’t Pass Me By” en el Álbum Blanco). Si bien los otros tres lo ayudaron a darle forma, Starr demostró que después de tantos años al lado de los mejores aprendió a escribir buenas canciones. De hecho, él fue el primero en tener un hit como solista luego de la separación de la banda con “It Don’t Come Easy”.
George Martin había sugerido que el nuevo material sea pensado en términos sinfónicos. Paul, entusiasmado con la idea, recopiló varios fragmentos de composiciones que tenía y diseñó la suite con la que cierra Abbey Road, el grand finale con el que The Beatles pondrían broche de oro a su carrera. Lennon, aunque reticente, aportó temas que guardaba desde la época de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Titulado en un principio “The Long One”, el medley abre con “You Never Give Me Your Money”, la primera canción que escribió McCartney luego de la tortuosa grabación de Let It Be y tal vez el mejor retrato de la crisis terminal que estaba sufriendo la banda en ese momento. El bajista mantenía una disputa con sus compañeros porque se oponía a que Allen Klein, manager de The Rolling Stones y una de las figuras más poderosas de la industria musical, manejara las finanzas de Apple.
“Nunca me diste tu dinero, sólo me diste tus tiras cómicas”, canta Paul haciendo referencia al papelerío que les hacían firmar los contadores. El músico cuenta en Anthology que solían preguntar si todavía eran millonarios y ellos respondían que sí, pero “en los papeles”, ya que su dinero en realidad no estaba en el banco.
Para Ian MacDonald, “You Never Give Me Your Money” es una metáfora a la que apela McCartney para hablar de la ruptura del grupo. En el fondo, él ya sabía que The Beatles estaban acabados y esta canción, “marca el inicio psicológico de su carrera solista”.
“The End”, que cierra el medley de manera gloriosa, anticipa sin proponérselo el camino individual que tomarán en el futuro: es el único tema de toda su discografía en el que cada integrante interpreta un solo. Casualmente, fue lo último que grabaron los cuatro juntos en el estudio. Ringo abre con la batería –hubo que rogarle que lo hiciera porque odiaba los solos- y luego Paul, George y John respectivamente muestran sus destrezas con la guitarra en una zapada que da lugar al epitafio de la banda: «And in the end, the love you take is equal to the love you make” (“Y al final, el amor que recibís es igual al amor que das”).
Paradójicamente, su última colaboración fue, comercialmente hablando, la más exitosa. Esto podría haber motivado a la banda a continuar –hace poco se develó que estuvo en sus planes grabar otro LP-, pero sus diferencias ya eran irreconciliables y sus energías estaban puestas en otros proyectos.
El título original del álbum iba a ser Everest, en referencia a la marca de cigarrillos que fumaba Geoff Emerick, pero ante la idea de viajar al Himalaya para hacer la portada fue descartada de inmediato. También pensaron llamarlo Billy’s Left Foot. Paul tuvo la idea de bautizarlo Abbey Road: “es el estudio en donde estamos y suena un poco como un monasterio”, explicó en Anthology (“abbey” en inglés significa “abadía”). En un ambiente tan volátil, el cuarteto de Liverpool no pudo hacer más que salir a la puerta de los estudios de EMI, situados en la calle Abbey, y cruzar la senda peatonal para la célebre foto que ilustraría el arte de tapa. Fue un acto sencillo que dejó una marca profunda en la cultura occidental.
Abbey Road no es simplemente el final de The Beatles. Es también el cierre de una era. Según MacDonald, al regresar a sus raíces, a géneros como el blues, el doo wop y el music hall, la banda encapsuló la década del ’60 en un período de eterna juventud, inocente e idealista. El álbum también sentó las bases para una nueva etapa del rock, más dura y progresiva, y demostró una vez más que, incluso en el ocaso, The Beatles siempre estuvieron adelantados a su tiempo. Aunque luego cada uno desarrollaría una exitosa carrera en solitario, John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr jamás pudieron (ni podrán) liberarse del peso de haber creado juntos obras maestras que hoy, luego de 50 años, suenan más frescas que nunca.