Tras constatarse la rotura fibrilar en el bíceps femoral del muslo izquierdo que lo mantendrá alejado de las canchas por cinco semanas, el internacional Ousmane Dembélé se robó el protagonismo en las tapas de los diarios españoles.
Mientras que el agente del futbolista Moussa Sissoko salió a defenderlo, después de que el jugador rechazara un examen médico y viajara a Rennes, un excocinero del francés reveló que el futbolista lleva una vida desordenada en Barcelona por las malas influencias que le rodean.
«Ousmane es un buen chico, pero no controla su vida. Vive constantemente con su tío y su mejor amigo, que no se atreven a decirle nada», explicó Mickael Naya, en declaraciones a «Le Parisien».
El cheff, al que despidió como a tres otros antes que él, contó que el jugador de 22 años (por el que el Barça pagó 105 millones de euros) no hace más que dar tumbos y que aunque no vio que consumiera alcohol, «no respeta para nada los tiempos de descanso, no hay ninguna estructura de alto nivel en su entorno».
También que él como cocinero -lo contrató el pasado año- había intentado organizar sus comidas en función de los partidos que tenía y las fases de recuperación y las cosas iban bien, pero tiene malas influencias.
«Cuando está sin sus amigos Ousmane es completamente diferente. Es curioso, abierto, educado». «Le Parisien» hace notar que desde que se hizo pública su lesión, la prensa española no ha dejado de cargar contra él y lo ha tratado de inmaduro o inconsciente.
Otros jugadores como Gerard Piqué y Luis Suárez lo criticaron el pasado año por su falta de profesionalidad.
El periódico francés consideró que dio motivos con sus retrasos en los entrenamientos o en los partidos y con sus prestaciones deportivas «en caída libre».
«Ousmane y su entorno dicen que, de todas formas, recibirán críticas pase lo que pase», comentó su antiguo cocinero, que añade que todo eso «les resbala. Son ricos. Les da igual».
Una prueba de ese descontrol sería la crónica de su última lesión. Tras notar molestias en el primer partido de liga el viernes pasado en Bilbao, los médicos del club lo convocaron al día siguiente para hacerle una ecografía. El jugador se negó porque se fue a Rennes «a ver a su madre», según la versión de su agente Moussa Sissoko. «Al acabar el partido pensaba que eran calambres en el muslo», lo defendió
Cuando el lunes volvió al entrenamiento, tenía una lesión profunda en el bíceps femoral que le deja fuera de juego cinco semanas.