Después de la reforma referida a la democracia interna contenida en la Ley de Partidos Políticos producto de la sentencia de la Sala de lo Constitucional de 22 de agosto de 2014 dictada en la Inc. 43-2013 quedó claro que los partidos políticos están obligados a seguir procesos electivos con sus afiliados si pretenden postular candidatos a los cargos de elección popular. En el proceso electoral de 2019, en curso formalmente (por si no nos habíamos dado cuenta) con la suspensión de cambios de dirección del registro electoral, los salvadoreños nos enfrentaremos una vez más a las campañas internas pero esta vez bajo una competencia «obligada», legal y socialmente.
Los vacíos normativos relacionados a las campañas son notorios; sin embargo, el Tribunal Supremo Electoral tiene sobrada jurisprudencia y marco general para poder actuar: el límite es el marco conceptual de las campañas internas en las que, a diferencia de otros países, solo participan los afiliados a los partidos políticos correspondientes; dicho de otra manera, solo eligen quienes se encuentran en el registro de cada uno de los institutos políticos y en consecuencia solo estos deberán estar sometidos a las presiones de información que se generan, pues en definitiva las campañas de elección de los candidatos que se postularán por cada partido debieran tener por objetivo contrastar y que los afiliados, y no otros, tomen una decisión.
Valga aclarar que lo expuesto no significa que el resto de ciudadanos permanezcamos ajenos a los procesos internos de elección, pero no estamos obligados a ser receptores permanentes de los mensajes de posicionamiento de un candidato u otro. De ser así estamos frente a una campaña electoral general, universal y no particular de una fuerza política, y esta en todo caso está constitucionalmente regulada en el artículo 81 y circunscrita para el caso de las presidenciales a tres meses antes de la fecha de la elección; es decir el 2 de noviembre de 2018.
No pretendamos tapar el sol con un dedo, lo que bien pudieran ser reuniones con las bases, redes internas de información (fácilmente difundida a través del registro de afiliados de un partido) u otros mecanismos selectivos, se convierte en la prolongación innecesaria de la exposición de plataformas que llegan a todos los ciudadanos del país, y eso se distancia mucho de lo que puede considerarse una campaña de elección interna; que además solo viene a sumar a la simplificación de mensajes con mucha intensidad y frecuencia pero con poca profundidad. Nadie podrá creer que un reality show denominado debate, que no tiene reglas de contraposición de propuestas sino de exposición informativa y que bien pudo ser en un centro cerrado ante las bases, es la máxima expresión de un auténtico ejercicio de democracia interna.
La existencia de una campaña electoral que involucra a toda la ciudadanía por los medios masivos utilizados (televisión, radio, internet, prensa escrita, redes sociales, vallas fijas y electrónicas, con formatos disímiles (compra de espacios, spots, cuñas, imágenes, mensajes) genera desproporción en la exposición pública entre todos los posibles contendientes de otras fuerzas políticas por el indiscutible posicionamiento que va produciendo a lo largo de la carrera interna; y esto puede distorsionar claramente el ejercicio de representación democrática que deben producir los procesos electorales al quedar seriamente lesionada la equidad, ya bastante afectada por otros vicios.
El modelo de comunicación política en El Salvador debe ser debatido sin la influencia de impulsos provocado por las pasiones del momento. Obviamente aún no me he referido a las ya acostumbradas campañas adelantadas de los candidatos, discusión que sin dobleces solo llevaría a sincerarnos: reformamos la Constitución y ampliamos los periodos de campaña electoral o respetamos la norma suprema y nos ajustamos a ella.
Aunque es una discusión pendiente creo que, sin que sea un producto acabado, es momento de fijar la estructura de los límites de esta loca dinámica electiva interna en la que nos encontramos viendo «pre-pre-candidatos», recibiendo mensajes de los precandidatos y escuchando a diario a los ya candidatos a la apenas elección al interior de los partidos, u otros que sin ser ni «pre», pues ningún partido los ha postulado ante sus afiliados, generan toda suerte de movimientos de apoyo ciudadano para cuando les toque.
No propongo un modelo aséptico, impoluto, pero sí un modelo sincero, con reglas claras que debamos cumplir.
pedimos detitucion de los SIMNES y MURRAY MEZA del partido ARENA
pedimos a nustra dirigencia limpia total