Trabajar es también derecho de los jóvenes

Por: Fredis Pereira

Parece que algunos olvidan el ciclo de la vida, parece que olvidan que las fuerzas físicas se acaban, parece que siguen sin entender, que es racional preparar a los jóvenes para el relevo generacional. El relevo generacional puede ser caótico, cuando los que ostentan el poder carecen del sentido de proactividad; aun así, no evitarán que un día tendremos que marcharnos para dar paso a nuevas generaciones siguiendo el ciclo de la vida.

Este sistema de gestión de miope obstruye el desarrollo al joven profesional. Un joven pasa más de 20 años de su vida preparándose para servir a la sociedad; con una cuantiosa inversión pública y privada, para después encontrar esos requerimientos irracionales, que incluyen la exigencia de experiencia laboral, sin haberle dado oportunidades para conseguirla. Esta misma sociedad elige bachilleres como presidentes de la república. Estamos frente una configuración torpe de gestionar el talento humana, que hace que las personas envejezcan en condiciones de desempleo o subempleo, solo por haber nacido en condiciones de marginalidad; como documentaba el PNUD en 2012, “aquí lo que importa es cuánto dinero tenés y quién es tu papá”.

El sistema de clientelismo político también es un obstáculo para el joven. Los jóvenes que no estamos entre los delincuentes, luchamos por acceder a fuentes de ingresos legítimas; entonces, ¿Por qué los que ostentan el poder nos obstruyen? ¿Por qué nos exigen someternos al clientelismo político? Tenemos que luchar contra los corruptos que hacen de las instituciones del Estado su patrimonio, contra los que hacen del empleo una cosa que se accede por herencia o por apadrinamiento; además luchamos por superar los problemas de inseguridad y otras carencias.

Por otro lado, enfrentamos los resentidos que buscan vengarse con quién no les deben nada. Así, aquellos que alguna vez fueron jóvenes, pretenden someter a las nuevas generaciones a similares vituperios de los que fueron objeto por algún tiempo. Es una forma loca de proceder, pero común en una sociedad que reproduce las tradiciones más viles y miserables, que deberíamos de eliminar de raíz para prosperar como nación.

Los poderosos abusan de su posición frente al joven. Actúan con impunidad, se protegen en redes de corruptela, confían que nadie les hará pagar por sus fechorías. Así es común que los candidatos políticos, exijan apoyo incondicional a los jóvenes a cambio de concederles empleo, darle algo que les pertenece por dignidad humana, derecho del que están privados la mayoría de jóvenes. En otros casos, los que ostenta el poder, exigen sexo involuntario para quienes buscan empleo consigan un contrato que como ciudadanos les pertenece por derecho constitucional.

Un funcionario honesto deberá defender el derecho de los jóvenes contra los abusos. El silencio complaciente de los cómplices del tráfico de influencia es también corrupción. No es honesto que un presidente o cualquier otro funcionario trasgreda los procesos de selección legalmente instituidos, solo para congratularse con sus financistas o para generar réditos electorales entre una muchedumbre carente de educación.

Un presidente joven debería de luchar contra esta peste que debilita al Estado. ¡Ya basta de estigmatizar al joven!, ¡ya basta de abusos del poder!, ¡ya basta del abandono al que ha sido sometido el joven! Los que una vez fueron jóvenes siguen por ahí ocupando puestos para los cuales no tienen las condiciones físicas, y esto producto de un sistema de pensiones que es inhumano, que produce trabajares vitalicios resignados a morir trabajando. Haga algo Señor presidente, para cambiar esta situación desventajosa, que los jóvenes también tenemos derecho al trabajo decente, no más desempleo y subempleo, no más miseria y violencia contra los jóvenes.