Durante años, don Jaco se dedicó exclusivamente al cultivo de güisquil, producto que le permitió sostener a su familia. Sin embargo, los cambios en el clima y las nuevas exigencias del mercado lo llevaron a tomar una decisión fundamental: diversificar su producción o abandonar la agricultura.
Hoy, su finca produce además chile verde, chile morrón, pepino y tomate. Esta apuesta por la diversificación se ha convertido en una estrategia de supervivencia para miles de pequeños y medianos productores salvadoreños que ya no solo buscan producir más, sino producir mejor y con mayor capacidad de adaptación.
La transformación agrícola que vive El Salvador cuenta con el respaldo del Ministerio de Agricultura y Ganadería, liderado por el viceministro Óscar Domínguez, quien ha impulsado programas de apoyo técnico y comercial para que los agricultores enfrenten los retos del cambio climático y la volatilidad de los precios.
En un país donde más del 70 % de la producción agrícola depende de pequeños productores, la diversificación permite reducir riesgos. “Hace unos ocho años comenzamos con el chile verde. Después con el tomate, y más recientemente con el chile morrón. Si el clima ayuda y el mercado lo pide, lo sembramos”, cuenta don Jaco desde su finca en el occidente del país.