La medidas de seguridad como el Plan Control Territorial y el régimen de excepción, implementadas por el Gobierno, han vertido una ola de beneficios para la población salvadoreña que van desde lo social hasta lo económico, sin dejar de lado la salud.
Según el titular de esta rama, Francisco Alabi, la paz y la tranquilidad que actualmente imperan en las comunidades y colonias han permitido acercar los servicios médicos a las familias que residen en lugares que por años fueron asediados por las pandillas.
«Con las medidas de seguridad implementadas por el Gobierno hemos logrado entrar a lugares que antes no podíamos, para acercar las atenciones», aseguró el ministro de Salud.
La opinión del funcionario es compartida tanto por el director como por el supervisor de los promotores de la unidad de salud Barrios, de San Salvador, quienes se encargan de visitar las comunidades Nueva Israel, Las Palmas, El Carmen, cantón San Isidro, barrio Lourdes y otras zonas populosas del Área Metropolitana.
«Por ejemplo, antes de la implementación del régimen de excepción, el personal de salud que ingresaba a la comunidad Las Palmas no podía entrar a la Nueva Israel porque eran “dominadas” por pandillas contrarias y tenían controlados a todos los que ingresaban y salían en ambos lugares», afirmó Carlos Antonio Bonilla, supervisor de promotores de la unidad de salud Barrios.
Para José Roberto González, director de la unidad, uno de los logros más palpables en materia de seguridad es que ahora los promotores ya no se ven expuestos a robos, amenazas y agresiones, además de la libertad para ingresar a cualquier colonia y comunidad sin tener que pedir la autorización de los delincuentes.
«Hace como tres o cuatro años, un grupo de pandilleros vapuleó a uno de nuestros promotores en la comunidad Las Palmas. Antes, en todas estas comunidades que cubrimos era necesario hablar primero con el encargado de la directiva para que le pidiera permiso al palabrero de la zona para que el personal de salud pudiera ingresar, pero esto no garantizaba la seguridad de los promotores. Adentro podía pasar de todo», afirma González.
Ambos agregaron que en los últimos meses el panorama en las comunidades ha cambiado y que, en lugar de encontrar a postes o palabreros, ahora ven a vendedores informales ofreciendo sus productos y a niños jugando en los pasajes.
«Hoy la población nos recibe con nuevos ánimos, y eso es bueno para la salud mental. Ya no existe el temor que por la violencia que los rodeaba dudaban de todos y no dejaban ingresar a sus casas al personal de salud», explicó Bonilla.