Mango, mandarina, caña, naranja, tomate, ayotes son algunos de los cultivos que caracterizan la zona de San Juan Opico, una ciudad con vocación agrícola en El Salvador y que durante años vivió asediada por el dominio de las pandillas quienes obligaban a los productores a sacar las cosechas.
El 3 de marzo de 2016, ocho empleados de una empresa que daba mantenimiento de electricidad y tres jornaleros que cortaban Caña fueron asesinados con machete por pandilleros en el caserío Las Flores, cantón Agua Escondida, en San Juan Opico, departamento de La Libertad.
Hoy, ese lugar es una zona productiva donde los campesinos trabajan libres, seguros y están cosechando hortalizas que envían a la Central de Abastos y que luego también llegan a los AgroMercados que están distribuidos en diversas zonas del país.
Antes las pandillas y los grupos criminales afectaron a la población salvadoreña, y el sector agropecuario no estuvo exento de los terroristas, que provocaron luto, dolor migración y miles de hectáreas de tierra quedaron ociosas debido a que estos criminales agredían a los productores y los extorsionaban para dejarlos trabajar.
El agro se reactivó aún más con la puesta en marcha del combate frontal contra las maras, con lo que los pandilleros cesaron el acoso a los agricultores debido a que la Policía Nacional Civil (PNC) junto con la Fuerza Armada han detenido a terroristas de las diferentes pandillas.