Las distancias cortas se miden en centímetros. Los vínculos entre los países y los pueblos, en cultura. Más de ocho mil seiscientos kilómetros separan a dos ciudades hermanas. La Zaragoza aragonesa y su gemela salvadoreña, Zaragoza, en el departamento de La Libertad.
El Salvador, país centroamericano de 6.4 millones de habitantes, ha venido a pasar las fiestas del Pilar como máximo representante de la comunidad latinoamericana con motivo del plan que desde 2012 el consistorio de Zaragoza lleva a cabo para impulsar la cultura del otro lado del charco.
«Es la primera vez que estamos aquí y estamos muy orgullosos de mostrar nuestra tradición, nuestra cultura, a través de la gastronomía, el turismo, el ocio…», reconoce Marvin Aranzamendi, miembro de la Asociación Salvadoreña de Aragón. «Esto ha supuesto que los salvadoreños residentes en Aragón salgan orgullosos a la calle durante estos días y, además, que otros salvadoreños del resto de España nos hayan escrito para visitar las Fiestas del Pilar», explica Marvin.
En Zaragoza, alrededor de 500 salvadoreños mantienen las tradiciones de una comunidad que estos días recorre la ciudad mostrando su música, su gastronomía, su identidad y que también participa en la Ofrenda de Flores.
Sentimientos comunes
El jueves, el sonido y el ritmo de las maracas, pitos, sonajas, flautas y tambores inundaron la fuente de la Hispanidad con el concierto del grupo de folklore Torogoz, un ave autóctona de El Salvador, de la que toma nombre el grupo. «Se asocia a la unión familiar, puesto que tanto el macho como la hembra se encargan de cuidar de los polluelos, y también con la libertad del vuelo de las aves», explica Marvin.
La libertad, la paz, el idioma o incluso la naturaleza son algunos de los símbolos patrios de El Salvador, que, no obstante, no quedan tan lejos de la cultura aragonesa y española. «Las vestimentas tradicionales, algunos instrumentos y también los bailen son parecidos», apunta Marvin. «Nosotros nos sentimos representados en cierto modo por la cultura aragonesa, porque compartimos también ese respeto y esa armonía por las personas», reconoce con una sonrisa Marvin.
Hasta el 13 de octubre, una exposición de artesanía celebrada por la ASALVA en el Palacio de Montezumo muestra a través de 40 obras los vínculos y las diferencias entre una y otra parte del Atlántico. Todo con el propósito de fortalecer los lazos culturales de con un país que «después de esta experiencia, podemos afirmar con orgullo que nos sentimos parte de esta comunidad», concluye Marvin.
* Redacción de Diego Núñez, escritor de El Periódico de Aragón