Por: Alejo Carbajal
Es evidente que leer desarrolla el pensamiento, permite interpretar el mundo y nos ayuda a tener mayor capacidad de análisis. La palabra escrita puede ser una herramienta eficaz para desarrollar nuestras habilidades; nos hace menos ignorantes y puede ser la llave para fijar metas y conquistar sueños.
La cultura y la educación son pilares de una sociedad sólida y progresiva, donde el ser humano puede desarrollarse. Una sociedad con bajos niveles de cultura y poca educación, nunca podrá florecer, estará atrapada en un círculo vicioso donde predomina el subdesarrollo pensante y la delincuencia.
En este sentido, recientemente la Dirección General de Centros Penales ha lanzado la novedosa campaña: «Un libro para la libertad», esto con el objetivo de crear bibliotecas en cada Centro Penitenciario del país.
Para ello los diferentes Centros Penitenciarios y las oficinas donde se extienden antecedentes penales, se han vuelto lugares de recepción de textos.
Según las autoridades dichas bibliotecas estarán inspiradas en las reglas del ex presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, quien por haber estado recluido en prisión fue un férreo defensor de los procesos de rehabilitación, reinserción y respeto a los derechos humanos de los privados de libertad.
Estas regulaciones surgen como iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para que se humanizara la justicia Penal, se protegieran los derechos humanos de los reclusos, y se pusiera en relieve la importancia fundamental de tales derechos en la administración diaria de la prevención del delito. Aspectos que progresivamente están siendo implementados por la Dirección General de Centros Penales.
En este contexto se debe tomar en cuenta que alrededor de 38 mil personas se encuentran recluidas en los distintos centros penales de nuestro país; por tal motivo se vuelve indispensable crear iniciativas que ayuden a la rehabilitación de los privados de libertad, evitando de esta forma el ocio carcelario.
Es necesario que los internos tengan acceso a textos con temáticas variadas: desde el conocimiento científico hasta las obras con gran belleza literaria; incluyendo textos espirituales, filosóficos, entretenimiento, poesía y autoayuda, entre muchos otros.
En el caso específico de los internos, tener acceso a estas bibliotecas será una herramienta eficaz en cuanto a su transformación interior, conduciéndolos a liberar su mente de forma positiva, reforzando su autoestima, ayudándolos a tomar mejores decisiones y un aporte a su proceso de reinserción social.
Esta iniciativa se complementa con el componente arte y cultura del «Modelo Yo Cambio», en el cual participan 26 mil privados de libertad, de igual forma enlaza con los círculos literarios y escuelas que ya existen en los Centros Penales y además con el programa de Alfabetización que impulsa el Ministerio de Educación.
Sin duda desarrollar hábitos de lectura, fomentar el amor al arte y la cultura, contribuye a la formación personal, al desarrollo de nuestro país y por consiguiente es un claro beneficio para los privados de libertad y la sociedad en su conjunto.
Por ello es encomiable la iniciativa de la Dirección General de Centros a través de su campaña «Un libro para la libertad». La que sin duda será exitosa y sentará un precedente positivo en nuestra nación.