Por: Julio Rodríguez
Tocó la puerta, la abrieron y a la primera persona que apareció la saludó sin conocerla y le preguntó: “¿Me dijeron que aquí podrían necesitar un trompetista, es cierto?”.
Un salvadoreño, trompetista profesional, buscaba trabajo en la europea ciudad de Buenos Aires, Argentina, donde desconocían la ubicación de su país – El Salvador – y menos a él mismo. Su nombre Francisco Martínez, tenía 25 años de edad,
Era el otoño de 1983 y había viajado hasta el fin del continente para casarse en Mar de Plata con su amada, una argentina que conoció en Guatemala cuando estudiaba en el Conservatorio para formalizarse con su otro amor, la trompeta. La porteña ciudad les abrió los brazos, pero no tan rápido las puertas de la prosperidad artística. Eso sería mucho tiempo después.
A sus 18 años Intentó ser ingeniero agrónomo, pero la Universidad de El Salvador (UES) y la Escuela Nacional de Agricultura (ENA) cerraban por cuestiones políticas. Así pasó un año, hasta que dejó el nido construido por un motorista y una costurera (su papá y mamá). Su destino: Estados Unidos. Objetivo: Convertirse en un “hacelotodo” de los que inspiraron a Roque Dalton en su Poema de Amor (https://www.elsalvadormipais.com/poema-de-amor-roque-dalton)
Fue el segundo de tres hermanos (una mujer y dos hombres) y era una de esas almas libres que nadie puede retener porque el mundo espera por su arte y eso quería demostrarlo en la Buenos Aires de los años ochenta que “era gris y amenazante, como si todos tenían una sentencia de muerte” recuerda treinta seis años después de haber llegado a este país.
Ahora tiene 61 años y tomamos un café en la excéntrica Avenida Corrientes, una verdadera arteria cultural (teatros, cines, cafés, librerías, etc.) que le da vida a la porteña ciudad que poco descansa. “Comencé antes de cumplir los 18 años, viajé por Centro América tocando la trompeta con una famosa Orquesta Escolar salvadoreña: la ´Don Bosco´” dice tras un sorbo de café que parece un fino sonido del Jazz de su vida.
“Esta ciudad no es ni la sombra de cuando comencé tocando puertas antes de tocar la trompeta. Por estas calles caminé decepcionado muchas veces durante cinco años hasta que el teléfono comenzó a sonar para contrataciones” expresa con un tono de alegre swing de Jazz que invita a bailar con la vida.
Su arte empezó desde tocando en plazas, bares, pequeñas piezas o grandes presentaciones teatrales como: “Jesucristo Superestrella” y “Brodway” hasta prestar su exquisito toque de la trompeta a grandes orquestas y estrellas de la época como: Vicky Car, Palito Ortega, Leonardo Fabio, María Martha Serra Lima, entre otros que le llevaron en largas giras por Latinoamérica
Ha triunfado en Argentina, donde artistas de la talla de Fito Páez han permitido que interprete con arreglos propios algunos de sus éxitos. Sus producciones suenan en www.spotyfi.com con el nombre artístico de “Hombre de Maíz”.
“El Quinteto Hombre de Maíz liderado por el trompetista Salvadoreño Francisco Martínez, acompañado por cuatro excelentes músicos argentinos, interpreta con gran calidad musical y profesionalismo temas propios y populares en versiones y arreglos originales de grandes artistas” escribe el sitio https://www.bmvproducciones.com/artist/hombre-de-maiz/ especializado en música.
Antes de terminar el café con Francisco, le envío por WhatsApp a Oscar Madrid – un amigo periodista amante del Jazz – una melodía (“Después del invierno”) https://open.spotify.com/artist/0EMsiBghwoUgdhf0EcnewC.
Luego de escucharla me escribe desde El Salvador “Trompeta fina y bien ejecutada. Se trata de muy buen jazz. Me recuerda un poco a Arturo Sandoval. Toca la trompeta como los mejores y la banda que lo acompaña, ni hablar” se lo muestro a Francisco y sonríe con humildad.
El trompetista se imagina volando del Sur al corazón de América, a su país, con la paz de un suave sonido de Jazz y la alegría de estar en casa tocando “El Carbonero” y el Himno Nacional para que lo escuchen sus hijas en una tierra que también les pertenece, El Salvador. Aunque hayan nacido en Argentina.