Por Fredis Pereira
En El Salvador el fraude electoral es delito castigado con 10 años de prisión. En tiempos de las dictaduras militares, el fraude electoral fue la forma de mantener el poder. El fraude electoral no es cualquier cosa, como acostumbra el ocurrente mentiroso llamar fraude, a cualquier acción que imagina, como si el fantasma del fraude que practica lo persiguiera en las noches de insomnio.
Los perdedores suelen afirman que hay fraude. Norman Quijano después de recibir los datos electorales, que le ponía como perdedor de la contienda presidencial de 2014, sugirió que el actual presidente se había agenciado el triunfo con fraude… Después de casi 5 años de esos resultados adversos para ARENA, hay fanáticos que siguen creyendo que el presidente de El Salvador es ilegitimo porque ganó con fraude.
El fraude electoral debe probarse como cualquier otro delito. Los locos pueden decir cualquier cosa, nadie debe prestarle atención, pues con un loco no cuenta la ley. No vamos exigir que un loco presente pruebas de sus ocurrencias, pues un lunático ve fantasmas y muchas cosas irreales…Pero los picaros, que no por locos, andan hablando de fraude, en cambio, abusan de la confianza, nos sorprenden, traicionan a sus seguidores, sin pruebas escriben mensajes en las redes sociales o pronuncian discursos para agitar a sus fanáticos contra un fraude que solo existe en su imaginación; afortunadamente, la mayoría no le cree a los locos, ni se dejan engañar por los picaros. Ahora seguimos esperando las pruebas del fraude que aseguró Norman Quijano, y esperemos que, en las próximas elecciones, los perdedores si sepan aceptar la derrota.
Ahora bien, el sistema electoral está diseñado para garantizar gobernantes legítimos. Es el sistema con el cual han sido electos alcaldes, diputados y presidentes en los últimos 30 años. No es como en tiempos de las dictaduras, cuando los guardias y picaros, que vivían de la corrupción, se encerraban para marcar las papeletas; nadie podía confiar en un sistema así. Hoy las cosas son diferentes, hay amplia participación ciudadana en las Juntas Receptoras de Votos (JRV), con representación de diversas corrientes ideológicas, con observadores nacionales e internacionales, con vigilancia de cada uno de los partidos que han inscrito candidatos; son más de nueve mil JRV en todo el país, no es sensato pensar que todas estas personas tienen como objetivo procurar el fraude, como tampoco es sensato pensar que un candidato tiene asegurado el triunfo en este sistema. En este sistema hay posibilidad de triunfo y de fracaso, según sea la decisión del electorado.
La hipocresía es evidente en los presagos del fraude. Estos adivinos, son políticos charlatanes que se inscriben en la contienda, aceptan las reglas del sistema electoral vigente y la composición de los organismos electorales, para luego decir que le quieren hacer fraude; si tanto desconfían del sistema ¿Por qué inscriben su candidatura? Nadie que sea cuerdo invertiría tiempo y dinero en participar de un sistema electoral en el cual no cree… Un hipócrita si, pues reconoce las virtudes del sistema cuando es triunfador, cuando recibe las credenciales de alcalde electo; pero si pierde, dice que hubo fraude.
Vaticinar el fraude electoral es debilidad. Las personas débiles se hunden ante el fracaso, les cuesta superar la frustración que acompaña el fracaso electoral. Para estas personas resulta más cómodo inventar una fantasía que les ayude a creer que, en efecto, han sido víctimas de un sistema electoral corrupto, que le ha robado el triunfo y evitar la realidad: que electorado por mayoría votó por otro candidato.
El mito del fraude es útil para cohesionar a los seguidores del líder perdedor. Así que los picaros que fracasan en sus apuestas electorales, prefieren engañar a sus seguidores, para que estos tengan una razón más para luchar unidos contra un sistema que le ha robado el triunfo a su líder, pues de otro modo, tendrían que aceptar que el apoyo que creían tener solo era imaginado, y así, caer en el desaliento y la deserción, como le pasa a un ejército derrotado en la guerra.
Socavar la confianza en el sistema electoral con el fantasma del fraude tiene sus costos. Los millonarios que todo lo han tenido, que les falta humildad para aceptar la derrota, que les gusta victimizarse, que no les importa desprestigiar las instituciones democráticas, no ven ningún costo en el desprestigio, pues huyen como cobardes frente a las crisis y retos. Pero cuando un país pierde confianza en sus instituciones, la inversión privada disminuye y consecuentemente los niveles de empleo, además los prestamistas cobran mayores intereses al país; así que las chifladuras que hablan de fraude no son ninguna gracia para la economía salvadoreña, ni para los pobres, pues solo destruye lo poco que se ha avanzado en materia democrática, y obstaculiza los esfuerzos para mejorar las condiciones de vida de los salvadoreños. Por el bien de nuestro país, es tiempo de despertar, que quienes ven fantasmas de fraude pierdan y que la confianza triunfe.
85%del pueblo, qree que va haver fraude, en las eleccions, del domingo, eso asegun las encuestas, ahora yo te pregunto, compa, porque la gente lo percibe,todo indica que los corruptos, van imtentar el fraude este domingo, no les cabe en la cabeza, que algien de fuera venga y les quite sus domonios. creo que vos compam, sos parte de los que preparan el camino al fraude.
Yo no se si este señor vive el El Salvador o a venida o pasear, y escribir por escribir, quien no sabe como se han comportado los MAJES trados del Tribunal Supremo electoral, los anteriores MAJES tratos de la c.s.j. y ahora quiere darnos paja de que el fraude es un fantasma y a usted quien le paga sr.