Por Merlin Barrera
Con la llegada del nuevo gobierno todos hemos podido percibir un ambiente de esperanza, de optimismo y de confianza.
Sin duda, vivimos a partir del 1 de junio un momento histórico de la política salvadoreña, confiando en que el país pueda avanzar hacia una mejor situación económica, social y de seguridad.
Esto es fundamental para garantizar el bienestar de los salvadoreños, lo cual requiere -como todos sabemos- de reducir los problemas de violencia e inseguridad y de lograr un “milagro económico” que saque a nuestro país de la trampa del bajo crecimiento y genere oportunidades para todos.
Este ambiente optimista que se respira, me hizo poner la mirada sobre lo que sucedió con los llamados tigres de Asia: Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán; cuatro economías que destacan por su espectacular crecimiento económico y sus altas tasas de desarrollo e industrialización, permitiendo integrarse entre las economías más avanzadas y figurar en los primeros lugares del ranking mundial del PIB percápita, logrando tasas de crecimiento promedio del 6% anual durante los últimos 30 años y niveles de inversión promedio del 33% del PIB.
¿Cuál fue el éxito del milagro económico de estos países?
Hay muchas explicaciones a este fenómeno ocurrido con los tigres asiáticos, ciertamente una de las principales tiene que ver con el aumento en el capital humano mediante la inversión en educación, la investigación y la creación de infraestructura para la innovación y el desarrollo tecnológico.
Otros argumentan que el éxito se debe a la cultura, en este caso la asiática influída por Confucio y su énfasis por el orden, la devoción por el bienestar colectivo, el buen gobierno y el respeto por las jerarquías, que en su momento eran ideas apropiadas para el desarrollo económico.
Algunos también atribuyen el éxito en estos países al papel que jugaron las instituciones políticas, regímenes militares, dictaduras y el carácter autoritario de los gobiernos permitiendo un intervencionismo oficial que logró impulsar la legislación y las reformas estructurales para garantizar la ejecución de las políticas macroeconómicas e industriales necesarias y realizar un rol central en la resignación de los recursos.
Algunas explicaciones un poco más complejas atribuyen este éxito a la apuesta que hicieron por aumentar la inversión, tanto pública como privada; marcada por un fuerte intervencionismo estatal en la esfera financiera; el impulso de políticas de liberalización comercial y financiera de un recetario neoliberal que incluía manejar el gasto público de manera prudente, evitar excesos de inflación, así como la creación de incentivos y beneficios para las empresas que invirtieran en el país.
Todas estas explicaciones han generado una gran reflexión analítica e histórica entre académicos y políticos que tratan de encontrar la receta para el desarrollo de los países y la implementación de algunas de estas medidas pueden contribuir a generar condiciones que permitan el éxito económico.
No obstante, detrás de la implementación de estas medidas que potencian el éxito económico de estos países hay un común denominador que, sin duda, es el garante del surgimiento del milagro: la planificación.
Los milagros económicos no surgen de la casualidad, son el resultado del establecimiento de un conjunto de objetivos, programas, proyectos, instrumentos, indicadores que son establecidos de manera coherente e integral.
El éxito de Corea del Sur, por ejemplo, se basó en la planificación de al menos cuatro etapas: la reconstrucción, la promoción de exportaciones, el desarrollo de la industria pesada y química, y la etapa de estabilidad, liberación y crecimiento equilibrado.
En cada etapa estuvo presente la planificación, que fue el éxito de cada una de las mismas.
El gobierno coreano de inicios de los 50 llamó a los mejores académicos de su país, quienes conjuntamente con los hacedores de políticas, representantes del sector empresarial y el mismo presidente, en algunos casos, establecieron un plan país de largo plazo, definieron la visión, las estrategias, los instrumentos y una institucionalidad que lideró el proceso al más alto nivel.
Coincido que nuestro país se encuentra en un momento decisivo de su historia, pero solo podrá ser aprovechado si se establece un plan de desarrollo para nuestro futuro, un plan país construido por nosotros mismos, acompañado de la rigurosidad metodológica, el conocimiento, experiencia y aportes de profesionales salvadoreños y extranjeros que sin duda alguna puedan y quieran aportar en este proceso.
Es urgente que nuestro país recupere lo que erróneamente eliminamos hace algunos años: la función de planificar desde el Estado y crear mecanismos de coordinación para la implementación exitosa de la política económica, social y ambiental.
* Merlin Barrera/ Economista y política
No hay duda que la planificación es clave para orientar al país hacia objetivos claves para el desarrollo, lamentablemente a veces el tiempo se va en eso, planificar y no accionar.
Este gobierno está accionando pragmáticamente en áreas que frenan s
Este diario necesita mejorar su programa, reducido espacio, no te publican lo que escribiste y hacerlo de nuevo desanima seguirnopinando
Esto es fundamental para garantizar el bienestar de los salvadoreños, lo cual requiere -como todos sabemos- de reducir los problemas de violencia e inseguridad y de lograr un “milagro económico” que saque a nuestro país de la trampa del bajo crecim
Excelente análisis Lic Barrera. En la II Parte espero incluya las acciones que ustedes como gobierno de El Salvador adoptaron para retomar la planificación estatal y los mecanismos de coordinación adoptadospara implementar las políticas que menciona.